«Nunca se ha dicho nada tan exacto y a la vez tan hermosamente literario sobre la cuestión: las dictaduras apean a los ciudadanos del respeto que la democracia les guarda. Franco tuteó a los españoles durante 40 años: en cada discurso de nochevieja, los 18 de julio, en la inauguración de pantanos, en los Nodos…
Luego, ya con los socialistas, la democracia empezó a mostrar holguras y los periodistas tuteaban en las ruedas de Prensa: «oye, ministro…» y en los platós de televisión. Y vino el besuqueo, que luego adoptó el PP sin rechistar.
La puesta en escena es importante. Ni en la política ni el periodismo deberían hacernos presuponer mayores relaciones de complicidad entre los cargos públicos, entre entrevistador y entrevistado.
Évole es un periodista que tutea a sus entrevistados (y entrevistadas, claro), amablemente tuteo con Arnaldo Otegi, la sonrisa del brazo político del terrorismo. Évole niega condescendencia: «Yo no colegueé. Lo único que hice es realizarle preguntas.
Debemos agradecerle a Adolfo Suárez: es que nos apeara en tuteo y empezara a tratarnos de usted. Aunque nos durase poco, porque a nosotros nos va más el exceso de confianza en el trato, esa campechanía que consideramos la esencia de la democracia».