El Ayuntamiento de Premià de Dalt en Barcelona fue el primero en dedicar una plaza a Jordi Pujol además de erigirle una estatua en el año 2011. Una obra en bronce del escultor Xavier Martos que esta mañana los funcionarios de limpieza han encontrado en el suelo y dañada en la parte de sus dedos.
Es la imagen del día. Icono del vandalismo y metáfora de la desobediencia civil y esos cristales rotos que nos anuncian los irresponsables políticos y esas asociaciones subvencionadas que hasta hoy preconizan la muerte civil de los que no piensan como ellos.
Mi espía preferido, de profesión agregado cultural de una gran Embajada, me dice esta mañana que en la confusión creada en España por la interesada manipulación de los grandes conceptos, la educación y la historia misma, hay un gran peligro desplegado en Cataluña que se titula desobediencia civil.
Me explica la historia y la filosofía que subyace en el concepto con el ejemplo de la Resistencia Francesa ante el poder de los fascistas y me sonríe al despedirnos y asegurarme que le resulta muy difícil comprender los débiles mecanismos con que algunos europeos definen la democracia.