Ada Colau y Artur Mas han puesto cara de póker, como si la guerra, digo la fiesta, no fuera con ellos. Un par de horas antes la alcaldesa de la ciudad de los prodigios había declarado sobre el enfrentamiento, los conflictos y la democracia con el remate de una frase genial en la escala de las mejores frases del falso buenismo político: «Defiendas la posición que defiendas, si eres demócrata, sólo puede provocarte urticaria y preocupación» y, el otro, el Artur Mas, y otra vez más, sonríe cínicamente al mirar abajo, a la plaza y ese coro que le anima con su Cantata de las amenazas Opus 1714, titulada «In Inde Independencia».
Y tenemos en el balcón a la señora Colau, claro, preocupada por la urticaria que imaginamos intuye que produce la deriva política que sufre Cataluña, pero no demasiado : Hoy es día de fiesta, y no merece la pena amargarse ni meditar sobre los ronchones de manipulación publicitaria que ha realizado con las muertes y el suicidio.
Y el Artur Mas que no se cansa de amenazar ni asume que sus amenazas cansan.
Tenemos también en el balcón de la guerra de las banderas al señor Bosch, Alfred Bosch, el nuevo concejal republicano del Consistorio, humano paradigma del incumplimiento a las leyes que un montón de responsables políticos cometen cada día en Cataluña. Y a dos responsables del Partido Popular, Alberto Fernández y Àngels Esteller. que han tendido la bandera española después de que los otros colgaran el trapo al que llaman estelada.
Papel protagonista en la anécdota para el mano derecha de la alcaldesa , el argentino Gerardo Pisarello, al que en la foto vemos feliz al contemplar el emblema secesionista, un ser al que ya vimos en la escena de la retirada del busto de don Juan Carlos y que, por cierto, unos minutos después de su orgasmo ante la estelada ha intentado impedir sin éxito, el gesto de los populares y ha provocado un forcejeo manoseando la bandera de España. Un pequeño forcejeo, una escena en el balcón, casi una metáfora, de un día de fiesta en honor a la patrona de la ciudad condal, la Mare de Déu de la Mercè, y que ya debería empezar a preocuparnos a todos.