
En Canarias todos saben que la nueva diputada de Podemos, la juez Victoria Rosell, ahora magistrada en excedencia, es un ser soberbio y prepotente. En las Canteras, las Siser, y en Galdar y hasta el último mentidero de lo Seco de la Aldea de San Nicolás, los vecinos asumen y comentan, y con fundamento, que ningún funcionario de su antiguo juzgado de Instrucción, el número 8 de Las Palmas de Gran Canaria, la quiere, y que esa parcela institucional era la que más bajas voluntarias atesoraba en Canarias porque nadie la aguantaba, y eso a pesar de que la pela es la pela ya que en ese Juzgado es en el que más se cobra por las dietas de las guardias.
Los españoles la hemos conocido por la denuncia de un funcionario de AENA al tratar de colarse como una VIP en la fila de seguridad del aeropuerto de Las Palmas, pero en la Gran Canaria todos saben y, casi todos, callan por cierto, que en algunas de las polémicas que la señora juez ha protagonizado en los últimos meses, la razón y la esencias de la convivencia no van con ella. Y así lo han demostrado las cámaras de vigilancia del aeropuerto de Las palmas en su última acción chuleta contra la Guardia Civil, porque ella lo vale y viva la casta.
Pero ja juez y ahora diputada señora Rosell, destinada para el MInisterio de Justicia por los bolivarianos de Podemos y en representación de la Gente que es como su grupo podemita define a los suyos, porque los demás no merecemos ni el pan ni la sal, y menos si no formamos parte de los interesados en el poder.