
Buen y Sereno día queridos flatliners y demás insomnes desde este mi laboratorio. Hace tiempo que no conecto con todos ustedes -en concreto desde el último espacio emitido a través de RNE1, en el programa «De Película»-. Tal vez haya algún flatliner nuevo entre los presentes, de modo que me van a permitir una breve introducción o recuerdo con respecto a este laboratorio antes de analizar 1898 que se acaba de estrenar.
En él me veo ayudado por mi mascota Walpurgo, fiero defensor de los valores clásicos cinematográficos y tenaz desmontador de mitos. Por otro lado, un servidor encarna a la facción más ácida de la crítica cinefílica, en defensa de sus bolsillos y sus paciencias, comúnmente asaltadas por la caradura y la falta de vergüenza de productores, directores y exhibidores varios, todo ello a partes iguales. Trato de no pasar ni una a nadie, aspecto este que me ha llevado en buenas ocasiones a meterme en problemas y censuras. Pero la labor va a continuar desde esta nueva y genial plataforma que es «La Paseata», espacio de libertad y opinión, impulsada por el Maestro Artero Rueda. Mis reverencias para él y para todos cuantos colaboran en esta magnífica empresa.
Y vamos a meternos directamente en faena… Esta semana hemos asistido al estreno de una tocinada sin precedentes -no, no hablo del bodrio «Truebano»-. Me refiero a «1898», memez insoportablemente autocomplaciente, plagada de situaciones anacrónicas por mor de un guión anclado al más profundo ramalazo «cheli», tan de moda últimamente.
Han abordado y construido los personajes como si de «ñamos» y coleguillas 2016 se tratase, cuando aquellos hombres no tenían nada que ver con lo que puebla España (y el mundo) hoy en día: miseria, odios, cobardía, amoralidad, ideología sospechosa, faltos de compromiso. Pues no, miren ustedes, aquella gente podía ser pobre y analfabeta, pero destacaban por su valor y su dignidad, aspectos que escuecen tanto hoy en día en nuestra sociedad.
El revisionismo absurdo e innecesario -en la mayoría de las ocasiones- lleva al esperpento, sobre todo cuando el autor carece de la formación e información necesarias… El modo en que Salvador Calvo, el director, narra los acontecimientos de Baler en 1898, raya -cuando no sobrepasa- la ignominia histórica, recurso utilizado anteriormente de un modo clónico en el episodio doble dedicado la mismo tema, perteneciente a la serie de TV «El Ministerio del Tiempo«.

Este «modo narrativo» al que hago referencia no es otro que el de contar las cosas con el chip «Aguila Roja» conectado, esto es, de la manera menos rigurosa posible donde todo vale con tal de colocarle la historia al espectador desarmado e indocumentado. Sirva como anécdota decir que en los mencionados episodios podemos ver cómo los soldados Españoles van equipados con Mausers Oviedo 1916, en lugar de los modelo 1898. En este gazpacho tampoco se ha tenido en cuenta la enorme cantidad de testimonios escritos que dejaron los defensores del baluarte de Baler, regocijándose en una progresía mental que, señores, no existía entonces. Todo por culpa de esa corriente de pensamiento único que lo invade todo, haciendo creer que es absolutamente necesario contarle la Historia al público del modo más coyunturalmente idiota y sesgado, con objeto de buscar bien la provocación -innecesaria-, bien la destrucción de valores presentes en algunos relatos.
¡Intolerable que antes pudieran demostrarnos que, en muchas ocasiones, somos bastante peores que nuestros mayores…! Y lo curioso es que rodar un film sobre este suceso histórico era muy necesario, si bien lo ilógico del tema es que destrocen la memoria de los protagonistas una banda de impresentables progresistas (en el peor sentido del término), ayudados por una recua de políticos altamente cobardes llenos de complejos de inferioridad. Ambos se han confabulado para machacar la memoria de toda aquella gente que, si no tuvo ya bastante con la humillación de comprobar a su regreso cómo los desertores desempeñaban cargos importantes -desde los cuales intentaron, además, hacerles la vida imposible-, ahora tienen que revolverse en sus tumbas con este subproducto que destroza su memoria, en connivencia con un ramillete de sus propios descendientes… Pero, ¿qué se puede esperar de una producción que nace con el objeto de reventar cualquier gloria pasada? Parece que para esta panda no hay nada que reseñar (para bien) en nuestra historia. La prueba es que los «culpables» de este invento, donde se incluyen actores, productor y director a coro, vendieron la película como una especie de paradigma antibelicista, vertiendo una sarta de memeces sin tino ni freno. España en su peor vertiente…
Aunque, claro está, si todo esto cae en el regazo asnado de unos espectadores (no todos, pero la mayoría) adocenados por la perspectiva programada histórica de bodrios revisionistico-anacrónicos del estilo Aguila Roja, Hispania, Isabel y similares compendios «chelis», el éxito podría estar asegurado.
Y, recordemos, que hasta los años setenta se enseñaban las técnicas de supervivencia de estos soldados españoles en la academia militar de West Point. Toda una hazaña lo suyo. Sin embargo, y a pesar de todo lo que pasaron -como ya he comentado-, volvieron a España sabiendo que habían luchado «solo» por sobrevivir, pues su propio país les abandonó dándoles por muertos casi incluso antes de enviarles a aquel rincón del mundo. Esos chicos, cuando volvieron, se dieron cuenta de que solo de gloria y patria no se vivía en aquella España.
Triste fue su historia al final, si bien la leyenda de su abandono tampoco es del todo cierta… Sobre interpretaciones y dirección, pues justitas. El muy sobrevalorado Tosar hace aquello que mejor sabe: cabrearse y repetir un personaje -siempre el mismo- hasta el aburrimiento. Pero se le tiene encumbrado, lo cual le asegura trabajo. Quizá eso ya es un éxito en sí mismo. El director se mete en un jardín que necesitaría de más profundidad en sus personajes, más documentación histórica, menos maniqueísmo y menos sesgo ideológico y personal. Su trabajo es normalito, sin más. Ni le encumbrará ni le hundirá, pero que se olvide de comparar este trabajo y su aportación técnica a un supuesto Apocalypse Now. ¡Ni en las peores pesadillas de Coppola, por favor!
Resumiendo: telefilm inflado, plagado de inexactitudes, lastrado por la ideología predominante hoy en día, que no aborda los sucesos de un modo mínimamente riguroso. Otra oportunidad fallida de reivindicar nuestra historia… Buen y sereno día queridos insomnes…
Adenda al Laboratorio:
Existe un documento muy interesante, que viene a estar conformado por cerca de 400 y pico imágenes, de un dossier realizado por el general Saturnino Martín Cerezo que se consideró agraviado (junto con el resto de participantes en el sitio, según él) en relación con las gracias concedidas a Enrique de las Morenas y Fossi (perteneciente a una familia importante e influyente) y realizó denuncias, pleitos y otras gestiones al respecto.
A la viuda de Enrique de las Morenas le dieron 5.000 pesetas anuales, al resto de participantes 60 ptas mensuales (720 anuales) y a Saturnino y al médico ninguna además de otros agravios sufridos posteriormente en ascensos, destinos y promociones. Las pensiones se concedieron varios años después de los hechos, en 1908.
Saturnino inició un pleito para que les concedieran a los supervivientes la Cruz de San Fernando, incluso hubo una suscripción popular … y más pleitos por motivos similares … y él lo consiguió. En este contexto hubo denuncias de que la guarnición asesinó a Enrique de las Morenas y apropiación del dinero de la caja de Baler. Esta documentación demuestra que no se olvidó a los «Últimos de Filipinas» del modo propagandístico en que se relata la historia hoy en día.
Excelente y rigurosa la cronica del Doctor Mabuse sobre el bodrio filipino