
“Se ha despertado el gran dragón y solo han sido necesarias unas llamitas. Dios escribe derecho con renglones torcidos. La señora permanece”
Arde París y arde el mundo cristiano. Arde el mundo Histórico. Arden muchos, a la vez que se quema el techo de la madre de todas las catedrales.
Se especula: Accidente, o atentado. Si se trata de un accidente, da la sensación al observador desapasionado que el espíritu de la catedral ha decidido llamar la atención por las bravas a la inmensa masa indiferente que se ha movido a sus pies durante años y que la quieren porque les suena a la película: “El jorobado de Notre dame”, y porque es un paisaje espectacular para sus selfies y fotografías poniendo cara de selfie o de fotografía y poco más.
Si es un atentando, lo que da al espectador apasionado es mucha risa. Porque, en sus ansias de destruir la santidad del odiado Occidente, han sido el medio para encender la llama de la Cristiandad en todo el mundo.
Después de siete iglesias atentadas, no queda más que la sospecha, justificada a la fuerza, aunque puede ser un accidente, por supuesto. Sea por lo que sea, hoy, hay millones de cristianos en el mundo con la atención puesta en la catedral, en Nuestra Señora y en Dios, en definitiva.
Muchas gracias pues al de chilaba nerviosa si ha sido atentado y una colleja a esos estúpidos islámicos que se han hecho fotos delante de Notre Dame ardiendo, mostrando sonrisas y gestos de triunfo.
Esperar un poquito. Se ha despertado el gran dragón y solo han sido necesarias unas llamitas. Dios escribe derecho con renglones torcidos. La señora permanece. Han quemado sus vestidos, pero la verdad se mantiene perenne escrita en cada una de las piedras que hablan a quién sepa escuchar.
El viento lo canta: Es el momento de pedir, porque el que no pide no obtiene. Una gran obra la que ha hecho la casualidad o la mano obscena. Todo el globo se ha acordado de Dios, de la Virgen y de la naturaleza divina. ¡Gracias, gracias, gracias!