
Cuando tenía veinte años, estuve haciendo una obra de teatro, que se llamaba “Manicomio de Pájaros”. La música la había compuesto un chaval que era hijo de un músico de la ONE y que tenía muy buen criterio. Por mucho que lo intento no recuerdo su nombre, pero su apellido era Chenoll. Llevamos la obra hasta Gerona e hicimos el viaje en una furgoneta bastante vieja pero que funcionaba bien. En aquella época yo no fumaba y claro, la mayor parte de los que viajaban conmigo le pegaban a la hierba, de modo que del olor y del humo me agarré un colocón de no te menées. La verdad es que hubo momentos, al principio antes de estar totalmente desinhibido, en los que las pasé canutas pensando en que pasaría si nos paraba la guardia civil. Afortunadamente no tuve que saberlo nunca. Esto es una mera anécdota que acompaña al tema sobre el que quiero hablar. El tema es la sensibilidad musical.
«En la actualidad la sensibilidad cultural se ha perdido, por lo menos en la gran mayoría de la sociedad, el gusto por lo bonito, por lo elegante, por lo que llega al alma o al intelecto»
En la actualidad la sensibilidad cultural se ha perdido, por lo menos en la gran mayoría de la sociedad, el gusto por lo bonito, por lo elegante, por lo que llega al alma o al intelecto. Lo cierto es que aquel viaje me abrió los ojos a un tema del que no había sido consciente hasta ese momento. La mayor parte de los que íbamos en aquella furgoneta habíamos estudiado o estábamos estudiando música. De pronto uno de nosotros, no fui yo, dijo: “ahora vamos a escuchar música de la buena”. Colocó en el reproductor de casete. Una cinta que contenía música de Mozart. Estuvimos todos absortos en aquella música que transportaba el alma a otro nivel.
Más tarde he meditado sobre todo aquello y he llegado a la conclusión de que el nivel intelectual y de sensibilidad musical de aquella gente que me acompañaba, superaba con mucho el límite medio de una gran mayoría de la población. Cuando oigo ahora grupos extranjeros que forman parte ya del ideario colectivo, cono ACDC, METALIKA y otros por el estilo, veo que su música tiene un nivel muy alto. Digamos que es una música muy elaborada, con modulaciones, cambios de tonalidad y dinámica dignas de cualquier composición escolástica. Sí, es así y mi hijo, al que le gusta todo tipo de música, me lo ha hecho ver con los análisis armónicos que tiene que hacer de muchos de esos temas aparte otros clásicos.
El asunto acerca de si gusta o no, es más por un tema de orquestación, me refiero a los instrumentos, que a la sensibilidad musical o la música en sí. La misma interpretada por instrumentos de orquesta clásica suena muy bien. Y aquí viene el tema del que quería decir algo. Muchos grupos musicales Españoles se quedaron en las cancioncillas populares que dan fama inmediata y dinero, pero eran incapaces de entender, no todos, la música elaborada de cierto nivel, como Tubular bells de Mike Oldfield o de Yes u otros grupos que hacían música de calidad y altura. Por eso el nivel de la música moderna en España permaneció bajo mínimos durante muchos años, y no era por el tema manido de la dictadura, puesto que la música instrumental no ataca a ninguna de ellas, era más bien un tema de nivel de sensibilidad.
Puede que alguien no esté de acuerdo con esto, pero yo me inclino a pensar que así es. Si preguntas hoy en día en los institutos, rara vez un jovencito o jovencita te hablará de música clásica y si del pelotazo musical interpretado por el guapo o la guapa de turno con el que les machacan a diario por la radio. Es una pena. No quiere esto decir, que en España, no haya minorías que si aprecien esa sensibilidad y altura musical, pero no son mayoritarios como en otros países de nuestro alrededor. Y además no tienen forma de integrar esa música en su vida por los medios de comunicación, salvo raras excepciones. Es una pena.