
«El Amor es el eje principal, lo más importante de la vida; y el Erotismo supone la parte dinámica, la pasión aplicada al amor y al deseo»
El Amor es el eje principal, lo más importante de la vida; y el Erotismo supone la parte dinámica, la pasión aplicada al amor y al deseo: los sentidos junto con la sexualidad. El erotismo es algo único, diferente, mágico y en el que nuestros sentidos se complementan con los sentimientos.
Puedo afirmar, y no creo equivocarme, que el erotismo está presente en las grandes religiones, el arte, la literatura, cine, teatro… y también en la actividad política –si damos por bueno eso que han dado en llamar la erótica del poder–. Pero no van por ahí los tiros de mi reflexión.
El conjunto de imágenes, retratos o representaciones plásticas del universo erótico-sexual es muy amplio, tanto que para no cansar, me limitaré a señalar algunos de los que yo considero referencias, tal es el caso del marqués de Sade o si nos aproximamos en el tiempo está Vladimir Nabokov, Almudena Grandes con Las edades de Lulú. También no dejo pasar la oportunidad de apuntar alguna que otra película como es Terciopelo azul (David Lynch) o Lucía y el sexo (Julio Medem). Evidentemente, podría alargar esta relación para gusto de muchos, pero como he señalado, estas líneas sólo quieren una aproximación personal de cómo entiendo el erotismo. Es mi visión, mi forma de verlo.

La búsqueda del placer
El erotismo es la búsqueda del placer en su vertiente más íntima, esa que nos lleva al sexo y a una relación profunda en la que se obtiene placer y donde la persona disfruta del contacto de su cuerpo con el del otro. En ese momento ponemos en práctica nuestras fantasías y deseos llegando a ellas mediante la estimulación de nuestros sentidos: besos, caricias en nuestros cuerpos, cuello, labios, senos, genitales, abrazos y otras formas de estimulación. Esto es, el deseo placentero de estimulación que nos conduce hacia el goce, el orgasmo y el placer pleno que surge como una explosión incontrolada en la que nuestros cuerpos tiemblan, sienten, llegando a lo más grande y sublime.
Pero todo esto surge dependiendo de la personalidad de cada uno –de sus gustos y preferencias– y de todo aquello que no sea desagradable para ninguno de los dos. La pareja se involucra física y emocionalmente mostrando todos sus deseos más íntimos y profundos, al menos, lo ideal es que ninguno de ellos coarte su libertad ni la del otro y por lo tanto, siempre deberá imperar el respeto.
Siguiendo con el planteamiento y refiriéndome a los preliminares, entiendo que una cena romántica, un paseo o el simple roce de nuestras manos, las miradas, la ropa, los gestos, las caricias, un perfume… son partes fundamentales de ese encuentro especial –una costumbre que es aconsejable conservar siempre–, eso sí, evitando cualquier fobia o acto violento (alteraciones orgánicas o psicológicas).

Intimidad
Para lograr ese adecuado grado de intimidad podemos llegar como si escucharamos esa melodía que surge desde lo más profundo hasta poner en funcionamiento nuestra fuerza interior, riqueza de seducción femenina o encanto masculino, eso sí, con sinceridad, valentía y capacidad de goce. Es como cuando nuestro cuerpo reacciona a los diferentes ritmos, melodías y armonías que nos envuelven en un abrazo de pasión, sacando los más profundos sentimientos, toda nuestra sensualidad, y que supondrá una experiencia satisfactoria, como si de un pintor se tratara cuando llena su lienzo de colores, o un fotógrafo capta la esencia de la mirada de un rostro y su brillo y viveza en los ojos, es un momento con toda la riqueza que ello supone reflejado en su fotografía.
Todas esas sensaciones, actitudes, están en nuestro interior y hay que saber buscarlas y disfrutarlas. En definitiva, creo que el erotismo, a veces, está adormilado y otras veces despierto, y fluye como las aguas de un río, dando vida y color a esa relación de pareja que es pura energía, fuerza suministrando sentido, sensualidad, sensibilidad, placer y enriqueciendo nuestra sexualidad.
Como conclusión y expuestas mis reflexiones en torno al tema central de este artículo, no puedo evitar la decepción que me ocasiona el tema del sexo del: aquí te pillo y aquí te mato, tan de moda ahora por el mero hecho de mantener una relación de desahogo y vacía en el fondo y la superficie, que no nos lleva a nada. Al menos, esa es mi opinión.
Muy bonitas las zagalad. Me esperaba de una moza el adorno comedido de atléticos mancebos.
Deduzco pués que el erotismo tiene nombre de mujer.
Isabel G. Álvarez de Sotomayor que vives en Gran Canaria, te quiero decir que escribes como los ángeles, que bonito el artículo que has escrito sobre el erotismo, no se me ha hecho pesado al leerlo, pareces una escritora, si no has escrito ningún libro tendrías que escribirlo. A mí tampoco nunca me ha gustado el aquí te pillo y aquí te mato, y si te he visto no me acuerdo, será porque somos muy sentimentales, y les cogemos cariño a los hombres, aunque estemos con ellos sólo un rato o unas horas, aunque yo llevo años sin hacer nada con nadie, desde que murió mi hermano, que descanse en paz, porque no quise salir más de fiesta con mis amigas, ni ligar con nadie. Buenas noches. Felices sueños.