
«Tenemos mucho que hacer, porque por España unida y nuestra, de nuestros hijos y nuestros padres, debemos servir con lealtad, esfuerzo y generosidad, por todo lo que nos une»
“Nunca un corredor puede ganar sin ser el mejor ni haberlo merecido…” Nunca puede preguntarse en un debate como el del pasado día 4 de RTVE quién lo ganó, más bien hay que ver cuál de los contendientes fue el perdedor. Ello y no otra cuestión sí que puede condicionar el resultado electoral, aunque sea en escasa medida. Ver al Presidente en Funciones acorralado por momentos, mirando hacia abajo y con los hombros encogidos, mientras algo escribía como el que resuelve un crucigrama, fue algo que desanimó mucho a sus seguidores. El candidato sólo despertó la atención cuando en dos o tres ocasiones indicó que algo iba a anunciar. No fue nada, que le dejen gobernar por ser la lista más votada –darlo ya por hecho es un poco temerario-, que la actual Ministra de Economía sería vicepresidenta y algún otro augurio guturalmente expuesto. Penoso crear expectación para dar paso a noticias que ni son de interés ni gozan de la mínima importancia proporcional, es como dar un aviso de lluvia ante tres gotas peladas y mondadas.
Hubo más intervinientes y más debate –el único a cinco de los candidatos a presidente de gobierno-, pero ningún detalle a comentar en positivo o no a la altura del gran fracaso de Sánchez. Si acaso, la insistente pregunta de Pablo Casado, ¿cuántas naciones hay en España, señor Sánchez? ¿Cuántas hay en Cataluña?… Naturalmente, Pedro Sánchez no contestó nada.
Son inminentes las elecciones, siguen los disturbios en Cataluña, hay cien mil parados más en España, la economía se desacelera y la UE anuncia que disminuirá cuatro décimas la previsión de crecimiento que nos tenía adjudicada. Es más, de llevarse a cabo los planes anunciados para un posible gobierno socialista de gasto público e impuestos, algún prestigioso analista económico experto afirma que en dos años España podría ser objeto de una intervención de rescate por las autoridades europeas.
Es verdaderamente ácido pensar que con el gran sacrificio que hizo nuestro país para evitar el rescate objetivamente empobrecedor que se nos venía encima y que bajo la dirección del presidente Rajoy conseguimos salvar, vuelva amenazante de nuevo. Así las cosas y visto lo visto, que Sánchez no consiga ser investido presidente empieza a ser lo más sensato y deseable para preservar el bienestar y la buena marcha de los acontecimientos, la creación de empleo y la reactivación de la economía. Créanlo, no es lo mismo invertir que gastar; Zapatero ya tuvo esa confusión con el famoso Plan E, gastó lo que no teníamos en infraestructuras innecesarias y muertas. Nuestra crisis fue, pues, la peor y más profunda de Occidente, porque la versión española tuvo el más incapaz de los directores. No queremos repetir, no podemos hacerlo de nuevo, en esta encrucijada tomar el camino correcto es tan urgente como absolutamente necesario.
El 10-N los españoles aprobaremos la ruta a seguir. Todo indica que hay en ciernes dos empates de los llamados técnicos, el del PSOE y el del PP por un lado, con ciento y pocos escaños cada uno y el de los dos bloques, el de la izquierda y el compuesto por el centro y la derecha, independentistas aparte. Cuatro investiduras fallidas de Sánchez después, es hora de apoyar a Casado para que nos saque de aquí, de la parálisis, de los intentos de ruptura de España y de los malos horizontes económicos. Ahora sí, acertar no es una opción. Una democracia madura tiene también un cuerpo electoral acorde.
Tenemos mucho que hacer, porque por España unida y nuestra, de nuestros hijos y nuestros padres, debemos servir con absoluta lealtad, esfuerzo y generosidad, por todo lo que nos une.