En la Cumbre del Clima hay que dar ejemplo señores ecologistas y falsos profetas. Por Nacho Rodríguez Márquez

«Y es que sí, pero si todos están muy concienciados del peligro que se cierne sobre el planeta, por qué, me pregunto, no dan ejemplo»
Empieza la Cumbre del Clima en Madrid. Una buena ocasión para predicar con el ejemplo. Esto me recuerda la contestación, realmente penosa, de Pablo Casado a la pregunta que le hicieron de si tenía la bandera de España en su balcón. Dijo con una sonrisa en los labios que no la tenía colgada,que la tuvo, pero ya no. El mismo que se llenaba la boca ensalzando y presumiendo de la cantidad de banderas españolas en las fachadas. Y él, precisamente, no la tiene, es inaudito y lamentable.
Lo mismo pienso de los protagonistas de la Cumbre del Cambio climático. Y es que sí, si todos están muy concienciados del peligro que se cierne sobre el planeta, por qué, me pregunto, no dan ejemplo y se quedan cada cual en sus respectivos países y desde allí trabajan por mejorarlo.
Todos saben hasta la saciedad como se ataja este enorme problema. La información sobre el tema la saben hasta los menos interesados, Creo que no es necesario que estén juntos para ello. Además, existen los medios tecnológicos para conferencias grupales. Lo que me sospecho es que es muy agradable ir de país en país todo pagado, con la mejor disposición del anfitrión para satisfacer sus comodidades e incluso caprichos.
Y así, está claro, evitarían los viajes en avión de cerca de 30.000 visitantes, con sus correspondientes miles de trayectos en taxi a diario, comilonas sin cuento y hoteles dispuestos con las calefacciones y aires acondicionados a pleno rendimiento no ecológico.
Es un ir y venir sin parar para salir en la foto y seguir chupando del bote. Aquel chocolate del loro de la señora marquesa pero en un ámbito global, en el que un montón de mandatarios no están dispuestos a suprimir las delicias de su menú diario y los padres, y educadores, piensan más en sus abultados bolsillos que en el futuro y felicidad de sus niños. ¡Qué falta de fundamento y poco ejemplo para la posteridad, señores ecologistas!