
«Ni siquiera reconocen ni se acuerdan de dónde nacieron: del amor y del deseo que es la relación de pertenencia más hermosa y misteriosa de la existencia humana y animal»
Los hijos son de las mujeres que abrimos las piernas porque queremos ser madres y son de los hombres que ponen su semilla en nuestros vientres. Primero está el deseo de ser padres, de dar y crear vida, después el deseo de amar como padres. Nueve meses más, y la mujer y el hombre devienen padres enteros. Las criaturas son entonces los hijos de una madre y de un padre.
Existen, cómo no, otras formas, vías, de ansiar y devenir padres. En cualquiera de esas formas la responsabilidad es de quienes lo anhelan y lo buscan.
Los hijos son de sus padres hasta la mayoría de edad. Hijos de madre y padre. O de quienes los buscaron y engendraron con amor y deseo .
Luego la sociedad, después, poco a poco, termina por convertir a una buena parte en reverendos hijos de putas (con perdón de las putas), que ni siquiera reconocen ni se acuerdan de dónde nacieron: del amor y del deseo que es la relación de pertenencia más hermosa y misteriosa de la existencia humana y animal.
El resto me rechifla un cojón de oso.
«Ángel de la jiribilla, ruega por nosotros. Y sonríe… » José Lezama Lima