El ectoplasma de La Bernarda hasta el chichi de las coletillas feministas y el coronavirus. Por Vicky Bautista Vidal

El coño de la Bernarda
El coño de la Bernarda

«Dice La Bernarda que ahora  la gente no para de invocarla, nombrarla y calificar las historias, especialmente las gubernamentales con la coletilla acerca de su chichi»

A mí, no me gustan nada los fantasmas, pero nada de nada. Especialmente los que están vivos todavía. Pero voy a vestir mi quisicosa hoy con velos fantasmales para cambiar un poco la perspectiva y animar el cotarro que está de lo más mustio y desangelado. Resulta que, en un momento de inanición emocional, me planteé el hacer una güija a ver si en el otro mundo están un poco más “enteraos” de lo que pasa en este, tan raro y estrambótico últimamente.

Se asombrarán cuando sepan quien vino a mover mi mesita de Ikea en ese momento de intercambios ectoplasmáticos con el otro lado. Pues, que una vez iniciados los “trámites”, llamémoslos así con permiso de Iker Jiménez y Carmen Porter, no se imaginan ustedes quien acudió a mi llamada …

La primera presencia y única que acudió a la invocación fue: La Bernarda… Sí, esa misma que están ustedes pensando. Parece que la pobre chica, está más que harta de que se usen sus partes pudendas para clamar por cualquier cosa.

Dice La Bernarda que mucho más ahora que en sus tiempos, en España, la gente no para de invocarla, nombrarla y calificar las historias, especialmente las gubernamentales con la coletilla que todos conocemos acerca de su chichi.

Pues resulta que está hasta el mismísimo desde hace tiempo, pero que, desde que ha salido lo del Coronavirus, pues que ya no es que la nombren mucho, sino que, además, siente, allá en el otro mundo, cómo ya no las personas, sino las situaciones, representan su triste historia y su persona.

Primero quiere que se sepa que la humanidad ha contado con tantas “Bernardas” que ya iría siendo hora de que cambiara un poco y se decantara por otra señorita cuando hable de follones de todos, esos que van y vienen y que no hay por donde mirar.

La Bernarda no quiso dar la tabarra a esta pobre médium ocasional con temas más allá de la isla donde, a veces, asienta su cuerpecillo cansado esta que lo es. La cuestión es que La Bernarda sabía cómo, yo misma, ayer a las tres y media de la tarde, decidí acercarme por una de las grandes superficies para hacer una comprita, pensando que es la mejor hora para no encontrar demasiada gente y tardar menos.

¡Cuánta sorpresa la mía! cuando descubrí un establecimiento medio vacío de productos. Filas de clientes yendo y viniendo de estante en estante, como zombis, con carritos atestados, buscando desesperados lo que las pobres empleadas, no daban abasto a reponer. Noté dentro de mí un encogimiento extraño y supe lo que sentiría un afectado durante un momento de cataclismo mundial.

Lo cierto es que yo había pensado ya hace tiempo en que Mallorca es una isla. Que además es visitada por miles de personas y que el momento actual es delicado; porque, si un Madrid, está restringido y restringiendo, aunque es más fácil que sea atendido en sus necesidades, aquí, en un momento de crisis, se podría dar el caso de que el abastecimiento fallase por más o menos tiempo y que no estaría de mas seguir el consejo de los americanos y alemanes, de preparar alguna reserva: Avituallamiento para un tiempo más o menos prolongado. Naturalmente todo el mundo pensó lo mismo que yo, pero ayer. Sucedió igual en todas las grandes superficies de la isla.

El miedo campaba por sus respetos aquí y allá. Hoy, los altavoces de uno de estos establecimientos grandes calmaban a los clientes prometiéndoles que estaba todo controlado y que no habría carencia de ningún producto. Curiosa, pensé si sucedería lo mismo en todas las tiendas de alimentos de Mallorca o sería que, todos los paranoicos son, a la vez, clientes habituales de las grandes superficies.

Porque, después, decidí visitar supermercados más pequeños con el fin de investigar un poco y pude comprobar que los locales se encontraban en perfecto orden: estanterías rebosantes, público tranquilo. Ningún atisbo de hecatombe alimenticia.

No terminamos bien La Bernarda y yo. Porque cuando quise saber que se decía en el otro mundo acerca de este experimento mundial que ha utilizado un constipado un poco más raro de lo habitual para llenar el mundo de temor y conseguir manipular desde las Bolsas a la vida cotidiana de millones de personas, La Bernarda, salió ectoplasma en polvorosa sin decir ni adiós. Y me quedé sin saber si el asunto era una preparación al futuro incierto, una maniobra empobrecedora para unos y enriquecedora para otros, una forma de ganar millones y millones sin tener que desatar guerras sangrientas, un plan establecido hasta en sus más mínimos detalles para estudiar psicología de masas con algún fin…

Yo que quería preguntarle si la señora Merkel es médium también y por eso afirmó tan categóricamente que el sesenta o setenta por ciento de la población mundial vamos a pasar el dichoso “catarro” sí o sí.

Vicky Bautista Vidal

Nací en Madrid. Y como a casi todos los madrileños, todo el mundo me parece cercano y de casa: es el carácter de la ciudad. Esto me ha ayudado después para congeniar con toda clase de personas en los diferentes sitios donde viví. Soy curiosa, inquieta, autodidacta y un pelín dispersa, precisamente por que me siento atraída por muchísimas cosas, escribir es una de ellas. Lo hago al golpe de víscera, según el momento y me faltan algunas vidas para alcanzar a Cervantes o alguno de los inmortales.
Soy la primera sorprendida por que observo como últimamente me meto en berenjenales de opinión acerca de asuntos políticos, cuando en realidad, la Política, me importó un bledo toda la vida.
Puede ser sentido común herido o un amor recién descubierto por España y su unidad. No milite, milito o militare en nada. Pero estoy de parte de la razón y el sentido común.
Defenderé a cualquier gobierno que me facilite la vida y reprochare sin pausa a quienes me la incomoden.
La Libertad es para mi la única joya a lucir, la lógica una herramienta y creo que sin pasión por algo, poco se puede conseguir.

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