Las redes sociales no son lo que esperábamos. Por Jorge R. Rueda

 

Kaspersky Lab
Una encuesta reciente llevada a cabo por Kaspersky Lab, en la que han participado 4 831 usuarios activos de las redes sociales, revela que una gran mayoría (78 %) de los encuestados considera dejar sus redes sociales (pero eligen permanecer en ellas).

«Se supone que las redes sociales iban a servir para unirnos, para sentirnos más cerca de los demás. Para sociabilizar, hacer amigos, acercarnos a los que están lejos y favorecer la comunicación»

Se supone que las redes sociales iban a servir para unirnos, para sentirnos más cerca de los demás. Para sociabilizar, hacer amigos, acercarnos a los que están lejos y favorecer la comunicación y el reencuentro. Bueno, de hecho, sirven para todas esas cosas. Yo mismo he hecho buenos amigos gracias a Facebook, me he reencontrado con personas de mi infancia y he recuperado amistades que creía perdidas. Eso sin mencionar la parte profesional, pues para multitud de gente, las redes sociales son una herramienta muy útil a la hora de darnos a conocer y divulgar nuestros trabajos, literarios, artísticos, musicales etc.
No descubro américa si digo que internet a supuesto una revolución sin precedentes y que ha cambiado nuestras vidas. Pero, como casi todo en la vida, también tiene su lado oscuro, su faceta peligrosa y en algunos casos extremadamente dañina. Pero de los peligros de internet se habla a menudo, y creo que todos estamos al tanto. Mi reflexión va dirigida exclusivamente a las redes sociales, mayormente Facebook y twitter. Como todo usuario de redes sociales, yo, confieso haber caído alguna vez en la trampa de escribir cosas que, digamos no estaban demasiado meditadas. O que, estándolo, todavía no era consciente de las consecuencias futuras que podían llegar a tener. Políticos, artistas, escritores, deportistas, etc. Todos ellos, alguna vez han sido víctimas de sus impulsivas palabras. Opiniones personales que, si no encajan dentro de ese “pensamiento único” que la sociedad está tratando de imponernos, te pueden granjear la enemistad y hasta el odio de una buena parte de esa misma sociedad que quiere a toda costa que pensemos como ellos.
 

«Así, algunas personas que antes te consideraban tu amigo, dejan de hablarte, o te bloquean, solo porque opinas de un modo que no les parece el correcto»

Así, algunas personas que antes te consideraban tu amigo, dejan de hablarte, o te bloquean, solo porque opinas de un modo que no les parece el correcto. Personas que, realmente no te conocen, pero que te juzgan y te condenan por tan solo un comentario de unas cuantas líneas. Lo que debería ser un medio para intercambiar opiniones diferentes y enriquecerse mutuamente con la diversidad de ideas, se ha convertido en un campo de batalla en el que, gente sin conocimiento sobre leyes (en muchos casos sin conocimiento a secas) critica sentencias judiciales que ni siquiera han leído, o por el contrario, defiende a delincuentes a los que no conoce de nada y de cuyos delitos no tienen ni pajolera idea.
Todo vale en aras de la “libertad de expresión”, de la propia, claro, que la de los demás está supeditada a que nos guste lo que dicen. Así, el insulto, se convierte en algo subjetivo. Por ejemplo: Es insulto si me llamas ignorante, a pesar de que mis comentarios den sobrada evidencia de que lo soy, pero no es insulto si yo te llamo sinvergüenza, porque desde mi perspectiva, tú lo eres. Me he dado cuenta de que lo que más ofende, es que llames a alguien ignorante, o simplemente tonto. Eso a pesar de que previamente él o ella te hayan llamado fascista de mierda, que como digo, para los que lo dicen no es un insulto, porque estás demostrando que lo eres al no darles la razón. En fin, que podría estar todo el día poniendo ejemplos. Pero no tengo más tiempo. Ahora si me disculpáis, voy a ver mi lista de “amigos” a ver cuántos me han bloqueado hoy.
 

Jorge R. Rueda

Nací al principio de mi vida, pero no me di cuenta de ello hasta que cumplí los treinta. Entonces descubrí que el mundo es un lugar hostil y que a través de la literatura tenía la oportunidad de rediseñarlo a mi manera, aunque no sirviera realmente para nada. De lector me convertí en escritor. Soy autor de siete libros; El don de olvidar y otras historias, La conciencia dormida, Diario de un presunto suicida, Gente corriente. Los Ausentes. Versos anónimos y El vértigo del sueño. Ahora me estoy replanteando volver a ser lector, lo que se me da mucho mejor.
Me encanta Nueva York, aunque vivo en Murcia por razones prácticas. Antes crecí y viví en Granada. Suscribo la frase de que uno no es de donde nace, sino de donde pace.
Me gusta Mahler, el vino tinto, la cerveza y las bandas sonoras.
Los cómics de Batman y la gente corriente. Vivo y dejo vivir.

Artículos recomendados

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: