
«Y gracias a estos éxitos de los protectores del medioambiente dependemos de lo que hagan otros países y, sobre todo, de lo que quieran cobrarnos»
Ahora que estamos con el precio de la energía a cuestas (¡Y menudo fardo!) valdría la pena recordar algunos éxitos del progresismo en nuestro país.
Los ecologistas, esas organizaciones opacas y no representativas de la voluntad popular ya que no son votadas por los ciudadanos, se opusieron durante años a los aerogeneradores, los molinos, porque creaban contaminación acústica, cierto en parte, destruían el paisaje, cierto también en gran medida, mataban a los pájaros… Falso, un pájaro no se acerca a un objeto móvil, ocupaban espacios rurales, falso también, hay plantaciones bajo los molinos.
De repente las campañas, orquestadas y seguramente financiadas, cesaron y el perfil de nuestros montes es ahora un interminable calvario de postes giratorios a cuyos pies han quedado los grandilocuentes argumentos en su contra. ¿Ya no importa la contaminación acústica, ni la paisajística? ¿Hemos abandonado a su suerte a los indefensos pajaritos? No será que “alguien” consiguió convencer a esos esforzados ecologistas de que les resultaría más conveniente (¿ Y rentable…?) dirigir sus campañas contra el petróleo y a favor de la electricidad que, como todo el mundo sabe, se genera por arte de magia.
Por supuesto, tampoco la energía nuclear se había salvado de las iras de los defensores de la naturaleza; ¡Fuera con las nucleares! qué importa que generen la energía más barata y segura, desde el punto de vista del suministro…
Así que no solo hemos llenado nuestros montes de aerogeneradores, que hay que fabricar, transportar, instalar, crear accesos, etc., sino que también hemos convertido nuestros campos de vegetales en espantosos campos de placas solares, cuyos materiales, producción y eliminación son altísimamente contaminantes.
El denostado petróleo queremos que se sustituya por coches eléctricos, ¿Con qué se fabrican las baterías, como se eliminarán?

Así que ahora compramos electricidad a Francia, que la produce con nucleares (ya saben, si hay un accidente la contaminación se detendrá en los Pirineos), gas a Estados Unidos, que lo obtiene mediante el fraking, ¡Aquí ni pronunciar la palabra! O al impresentable Putin… ¡Que vamos a hacerle, hay que encender el fuego!
Y gracias a estos éxitos de los protectores del medioambiente y adalides del progresismo en España dependemos de lo que hagan otros países y, sobre todo, de lo que quieran cobrarnos.
Somos hipócritas, estúpidos, ¿O una panda de borregos sin remedio?