
«Guardaremos en nuestra memoria de la Cop26 el dulce sueño de Biden como ejemplo de una de las mejores siestas del carnero jamás retransmitidas»
La “cumbre sélfica” toca a su fin con un sinfín de redobles campanudos y mamporrazos al diésel, la carne y al carbón; aunque a este menos porque pese a que son muchos, son cobardes. Los destellos de las groseras mentiras de los embozados a ratos con disfraz de “ecologetas”, ha sido de campeonato. Igual hasta parece por ser la última, que es la más importante. “Las Gretas & los Gretos” por fin se suben en sus 400 jets privados y en cientos de vuelos regulares se largan con la música a otra parte a dar por el saco con el asuntillo del cambio de “clímax” sin haber llegado a nada, mientras se quedan los operarios para empaquetar los “atrezos”, envolviéndolos con inmensos rollos de film de plástico, como vimos que sucedió en la anterior de Paris. Oh! La la.
Guardaremos en nuestra memoria el dulce sueño del viejo Biden como ejemplo de una de las mejores “siestas del carnero” jamás retransmitidas. Y quedarán en los anales de la Historia esas tiernas imágenes del asesor, despertándole casi como a la nueva Cenicienta, con delicadeza…, de las de sin beso. Y sin duda “con el tiempo y dos huevos duros”, la feria también será recordada por la imagen del “gran chinorris” pidiendo a los demás “paganinis” más colaboración y más dinero, para seguir siendo el primero en contaminar con esmero.
¡Ay señor, danos fuerzas para combatir a los adalides de la verde y dependiente Unión Europea! Ya rezan contentos los paganos, pues por poder se puede, hasta pedir un whopper vegano.