
«Hora es de que ‘el mundo libre’ al fin responda a la llamada del pueblo ucraniano y todos exijamos la liberación de un pueblo masacrado»
Cerca de cuatro millones ya, los refugiados ucranianos.
Mujeres y niños que huyen, apesadumbrados, del horror.
Apenas tres semanas antes, vivían en un país libre y avanzado,
en paz consigo mismos y con el mundo en derredor.
¡Hasta que El Mal dio en atacar su Estado soberano,
sin más excusa que considerarlo un adversario menor
al que no iba a dar apoyo ningún otro Estado:
no se hallaba bajo el paraguas de la OTAN, como nación!
¡He ahí, pues, ‘la gran valentía’ del tirano ruso:
invadir a quien cree sin fuerza apenas que oponerle!
¡De tener bastantes arrestos, habría atacado a uno
que suscitara la reacción bélica de todo occidente!
¡A ver si tiene, el ogro, huevos para pegarle a Polonia un bombazo:
allí donde se esconda, ese cobarde y repugnante gusano,
el primer ‘regalo’ de la OTAN raudamente verá caerle,
y espero que sea para verle volar hecho pedazos!
Pero, para cuando ese día feliz e inapelable llegue,
¿Cuántas pobres víctimas inocentes habrá dejado?
Que una bomba, pues, ‘en suelo OTAN’ cayere,
me pregunto si no sería la mayor ‘suerte’, acaso:
¡Hora es de que ‘el mundo libre’ al fin despierte,
a no ser que quiera descubrir, prontamente,
de su propia ciudadanía el cabreo y el rechazo;
que aún le queda empatía y dignidad, a la buena gente!
«Recemos por la justicia en el mundo»,
oímos clamar a un valeroso sacerdote ucraniano.
¿Permanecerá, el mundo libre, insensible a su llamado?
Mi respuesta es… que no debemos dejar a nuestros mandatarios, solamente,
la inaplazable esperanza humana de un futuro
que nos convoca, a todos, en cada instante del presente:
¡LA LIBERACIÓN del pueblo ucraniano EXIJAMOS!