
«¡Ni se imagina Sánchez el sacrificio que soportarle nos ha costado: sólo por ello, los españoles tenemos ya el Cielo bien ganado!»
Espectacular avance de Sánchez en Andalucía.
En verdad, no hubo, quien le hiciera sombra.
Lástima que no ocurriera igual con los socialistas,
que, pese a mostrar todas las ‘Espadas’ listas,
recibieron, en plena cara, un recital de hostias.
Se lamentan de que, a la gente, le diese por irse a la playa:
«¡Pá qué ir a votar si, aquí, el PSOE siempre gana!»
(¡Ja: quién habría dicho que, en Andalucía,
hubiera tanto bañista sociata:
a la próxima, irán todos a votar,
en vez de irse a la mar,
y a buen seguro que arrasan!
Al cabo, en resiliencia y optimismo,
¡ni el propio Sánchez les superaba!
¿O no oyeron ustedes a Lastra?
¿Se fijaron ustedes, por cierto,
en las caras de Antonio Pedro y la compaña?
No eran caras largas: ¡eran kilométricas!
Don Narciso parecía tener el pensamiento,
como poco, en las marismas de Doñana:
-¡Suerte que para mis merecidas vacaciones ya falta menos!
Anoche habrá soñado en ‘grandezas falconianas’
para cuando ‘la simple política’ se le quede ya pequeña;
acaso algún rutilante cargo europeo para el día de mañana:
-¡Demasiado me sacrifiqué ya por… ‘estepaíss’ llamado España!
(¡Ni se imagina, él, el sacrificio que soportarle nos ha costado:
sólo por ello, tenemos ya el Cielo bien ganado!)