Camilleri y Montalbano, únicos e inolvidables. Por Antonio Ramírez

Camilleri y Montalbano, únicos

«De una forma magistral, Camilleri y Montalbano ya quedan en el olimpo de la novela e igualmente del relato de la vida con sus luces y sombras»

Emotivo, melancólico, alegre y único. «Riccardino» es la gran creación del insigne escritor italiano, Andrea Camilleri, en la que el Comisario Montalbano llega a su fín de la mano de la historia final traducida en una obra postuma.
«Riccardino«, el último caso de este atípico y memorable policía siciliano nos recuerda todo lo bueno del excelente legado en novela negra que Camilleri dejó para la historia. Una última aventura que refleja el tipismo, el carácter e incluso los tópicos italianos, singularmente sicilianos, magistralmente llevados al papel, pero también a la televisión y que quedarán para siempre en la memoria de los amantes de la buena literatura; aquella que sabe describir, mantener la tensión y, por supuesto, entretener, algo fundamental a la hora de crear hábito de lectura.
Un personaje singular, Montalbano nos lleva a alma humana dentro de la condción de servidor de la ley: independiente, compasivo, justo, amante de la vida y su disfrute, sumamente humano. Las historias vividas en la imaginaria Vigata y su entorno nos hablan realmente de la vida de una isla, de un paisaje de personas y circunstancias que, al ser tratadas sin pudor y desde la lealtad a lo cierto, dejan una huella imborrable a quienes durante tantos años siguieron sus andanzas.
Camilleri acaba con su personaje, cuando el acaba su presencia en este mundo y lo hace manteniendo los principios que constituyeron a este comisario de policía pero cambiando su espíritu en lo personal, en la figura del hombre que hay tras el agente de policía. De una forma magistral, Montalbano y Camilleri ya quedan en el olimpo de la novela e igualmente del relato de la vida con sus luces y sombras. Inolvidable.

Antonio Ramirez Velez

Indígena melillense con varias decenas de años a mis espaldas. Periodista de profesión y dedicación institucional desde hace muchos años en lla Ciudad Autónoma de Melilla, anterior Ayuntamiento, con una paso también en la Administración del Estado, Delegación del Gobierno. Responsable en diversas legislaturas de gabinetes de prensa y relaciones institucionales, comencé a entender, hace tiempo ya, que el poder es un mar de ambiciones y conjuras permanentes y por ello la verdad, cuando sobrevive, vale su precio en oro. Mi paso por medios de comunicación, tanto públicos, como privados, me enseñó de la gran asignatura pendiente que tienen, aún, generaciones de periodistas sobre la consideración de su profesión y la dignificación de la misma.

Lector aplicado, que intento ser, concibo a los libros como uno de los últimos reductos de la libertad de pensamiento, generadores de opinión y salvaguarda, por ello, de la voluntad. Lo único que no nos puede ser arrebatado (Víktor Frankl).

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