
«Primero España y luego Europa, y América en su conjunto, se beneficiaron mutuamente, en agricultura, de conocimientos, especies y variedades»
El pasado miércoles, doce de octubre, festividad de Nuestra Señora del Pilar, se conmemoró la llegada de la expedición de Cristóbal Colón a las costas de la isla Guanahaní, bautizada por el navegante como San Salvador, y así, el descubrimiento de América.
Cuando los españoles arribaron a aquellas tierras, se encontraron, entre otras cosas, con animales y vegetales desconocidos para ellos y con técnicas de cultivo muy diferentes a las empleadas en el Viejo Mundo. Había notables diferencias entre las distintas zonas del Nuevo Mundo, siendo en el Centro y Sur donde se habían logrado mejores y más variados cultivos.
Aquellos pueblos no utilizaban la rueda para el transporte, que se llevaba a cabo mayoritariamente a hombros de porteadores y minoritariamente, en algunas zonas, a lomos de llamas. Tampoco se conocía el arado y se valían del palo de arar para labrar el terreno y poder sembrar.
Inicialmente, miles de años antes del Descubrimiento, en el resto del Mundo los primeros cultivos se llevaron a cabo con un palo de arar en diferentes versiones.
De los diferentes tipos de palos de arar o instrumentos para trabajar el terreno en América, hay dos destacados, el Uictli y la Chaquitaclla.
El primero, también conocido como Coa o Uiccuáuitl, es un instrumento consistente en un simple palo aguzado o también una pala estrecha plana y afilada, de madera, cobre o bronce, pues no sé conocía el hierro. Había varios tipos en función del uso, ya fueran para remover la tierra, abrir surcos y hoyos, sembrar o regar.

La Chaquitaclla era un palo con punta curva de metal no férreo, o piedra, que presentaba a cierta altura una pieza de madera atravesada, takillpu, para que el trabajador apoyase el pie y presionase a fin de ejercer la fuerza precisa para clavar el instrumento en la tierra.
La extensión de tierras dedicadas al cultivo era pequeña y dedicada casi en su totalidad a la horticultura de pequeña escala, aunque usaban el agua para regar y asegurar la cosecha. En zonas de montaña se cultivaba en bancales y terrazas. En zonas de bosque y selva, se cultivaba desbrozando el terreno mediante incendios y aprovechando el suelo durante cortos períodos de tiempo alternados por periodos más largos de regeneración del bosque natural, a fin de mantener la fertilidad del mismo.
Se precisaba mucha mano de obra aunque era de bajo coste por la esclavitud.
En algunas zonas, las infraestructuras hidráulicas eran impresionantes. Presas, canales y chinampas mostraban un excelente conocimiento y manejo técnico. La chinampa es un sistema de cultivo sobre agua muy interesante y curioso.
En zonas lacustres o cursos de agua no violentos, se construían grandes balsas flotantes con troncos de árboles y se depositaban sobre ellas tierra y restos vegetales, para posteriormente sembrar y plantar diferentes hortalizas y ornamentales. En algunos casos también plantaban un tipo de sauce, el ahuejote, Salix bonplandiana, que crecía fijando sus raíces en el lecho del cauce, proporcionando a la balsa estabilidad ante el movimiento del agua o las crecidas.

«Aquellos agricultores utilizaban y cultivaban una gran variedad de vegetales»
Los principales cultivos eran el maíz y la patata, además de una serie de tubérculos variados como el ulluco, oca, ñame, jícama, camote o batata, añu, mandioca. También se cultivaban, calabaza, cacahuete, tomate, girasol, altramuz, chía, pimiento, nopal, quinoa, fresa, vainilla, aguacate, guanábano, chirimoya, piña, algodón, coca, yuca, alubias… En zonas concretas, cacao. El tabaco se cultivaba como producto indispensable para rituales.
Había enormes llanuras y pastizales que no se aprovechaban. No se practicaban cultivos extensivos como los cerealistas que se efectuaban en Europa.
La ganadería se basaba en la crianza de llamas, alpacas, perros y cobayas. La carne de llama se consumía preferentemente en salazón sobre la fresca, que se cocinaba asada o cocida, al igual que el pescado, aunque éste también se consumía fresco en ceviche o cocido.
El resto de la carne se obtenía de la caza de serpientes, pavos, hormigas, gusanos, langostas, lagartos, pecarí, bisonte, peces, crustáceos…
No se conocían ni hornos ni técnicas de fritura. Se cocían los alimentos en hoyos con piedras calentadas previamente en hogueras o se asaban directamente sobre la llama.
El maíz, alimento básico, se molía machacando el grano en una especie de cuenco de piedra. Bebían cerveza de maíz, pulque, chocolate…
Los españoles, por su parte, llevaron el uso de la rueda para el transporte y para la molienda, la noria para la extracción del agua, el arado romano, así como la tracción animal a base de bóvidos y équidos, una verdadera revolución.Herramientas e instrumentos tanto para las labores del campo como de otros muchos oficios.
Cereales como trigo, cebada, avena, centeno, arroz.
Hortalizas y raíces como la zanahoria, el nabo, repollo, berza, cebolla, apio, puerro, ajo, chalota, garbanzo, hinojo, guisante, almorta…
Frutas como la pera, naranja, mandarina, uva, higo, melón…
Animales domésticos como la oveja, la cabra, el cerdo, el conejo, razas españolas de gallina.
En América había unas gallinas parecidas a las asiáticas de tipo bankiva que se cree que pudieron ser introducidas desde la isla de Pascua. La llegada de las gallinas españolas permitió una producción muy superior de huevos y pollos.
Como curiosidad sobre la importancia que se le daba a la gallina en los años del descubrimiento, diré que Hernán Cortés llegó a tener en el año siguiente a su llegada al continente, en 1520, mil quinientas gallinas, y se lo relató por escrito a su majestad el emperador Carlos I.
Primero España y luego Europa, y América en su conjunto, se beneficiaron mutuamente, en agricultura, de conocimientos, especies y variedades.
La patata, inicialmente rechazada para consumo humano por los europeos, llegó a suponer la base alimenticia de países como Irlanda.
Nuestra gastronomía actual no se entiende sin pimiento y tomate, y los golosos… Sin el chocolate.