Horror y literatura. Por Antonio Ramírez

Horror y literatura.

«Horror y literatura  pocas veces se concilian de la manera que Stephen King nos ofrece en sus más de sesenta libros y especialmente en Cementerio de Animales»

Cercanos a una efemérides muy americana, pero expandida por todo el mundo, como lo es Halloween, y muy esperada por especialmente los más jóvenes, recordamos uno de los iconos de la excepcional y prolífica obra de uno de los maestros del género. Stephen King nos ofrece en esta inquietante y terrorífica historia, «Cementerio de animales», un paradigmático ejemplo de como la manera de narrar, a veces explícita, a veces intrigante e insinuante, puede desatar el desasosiego y atrapar en el interés a los que toda obra de terror que se precie debe aspirar.

 

Mezclando tradiciones (un antiguo cemeneterio indio), la inocencia de la niñez y la vida, aparentemente, sosegada de una familia americana embarcada en su destino en el ámbito rural, la figura preminente de un gato nos lleva a una serie de episodios que manienen la tensión y el ansia de avanzar en la lectura de manera magistral.

 

La atmósfera creada invita sobremanera a la imaginación y pocos como el maestro king para ofrecer libros que quedan en la memoria lectora. Autor de más de sesenta libros, convertidos en best sellers internacionales y llevados muchos de ellos a la pequeña y gran pantalla, Stephen King han sido premiado con los galardones más prestigiosos del orbe, pero sobre todo su enorme y efeciente capacidad por crear adicción a la lectura le ensalzan en la histotria de la literatura mundial. Horror y literatura  pocas veces se concilian de la manera que él nos ofrece.

Antonio Ramirez Velez

Indígena melillense con varias decenas de años a mis espaldas. Periodista de profesión y dedicación institucional desde hace muchos años en lla Ciudad Autónoma de Melilla, anterior Ayuntamiento, con una paso también en la Administración del Estado, Delegación del Gobierno. Responsable en diversas legislaturas de gabinetes de prensa y relaciones institucionales, comencé a entender, hace tiempo ya, que el poder es un mar de ambiciones y conjuras permanentes y por ello la verdad, cuando sobrevive, vale su precio en oro. Mi paso por medios de comunicación, tanto públicos, como privados, me enseñó de la gran asignatura pendiente que tienen, aún, generaciones de periodistas sobre la consideración de su profesión y la dignificación de la misma.

Lector aplicado, que intento ser, concibo a los libros como uno de los últimos reductos de la libertad de pensamiento, generadores de opinión y salvaguarda, por ello, de la voluntad. Lo único que no nos puede ser arrebatado (Víktor Frankl).

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