
«Profunda vergüenza de un pueblo que es incapaz de arroparse en su bandera o vestirse con ella por miedo a ser acusado de fascista o ultraderechista»
Debería causarnos una profunda vergüenza el nivel intelectual de la paletada de las Autonomías. Por encima de cualquier otra premisa, está el país, este gran país, unificado desde el año mil cuatrocientos noventa y dos. Por desgracia en él, una serie de profundos paletos remueven, día tras día, ¡la importantísima función que defienden! de mantener los sentimientos disgregadores del Espíritu del país como tal y por encima de particularidades regionales.
Todo esto no es ni más, ni menos que el resultado que han buscado los emplumados indios, políticos regionales, que se han sentido siempre de segunda división. Aprovechando el campeonato mundial de fútbol, se desenvainan las espadas dialécticas para profundizar en esos sentimientos absurdos y provincianitos, como si España no fuera más que una serie de “pobladuras” de energúmenos, disgregadas y bobaliconas, que juegan a saber quién escupe más lejos o la tiene mas grande. Esto no tendría demasiada importancia dado el nivel intelectual del país, salvo porque nos retrotrae a la más tierna adolescencia de los españoles que parecen, sobre todo en las últimas décadas, sacados del patio de ESO y la tierna adolescencia.
Parece mentira que alguien pueda todavía carecer del poso, de la serenidad y entendimiento para comprender que un país grande como España tiene que basarse por fuerza, en eso que lo hace fuerte, la diversidad de costumbres, pueblos y culturas y que siendo así no debiera entrar al trapo rojo, de políticos caraduras, como becerros hormonados y belicosos. Es más, usar los símbolos nacionales de unificación del país como elementos de discordia, incluso en el reducto de las aulas de los institutos, debiera ser considerado delito y demuestra por lo menos que, se puede poner en duda la idoneidad de los docentes de diversos lugares comunitarios, a pesar de haber pasado por oposición al puesto, para impartir clases por encima de otros postulados y del reducto de sus pequeñas mentes nacionalistas.
El último de los casos proviene de Mallorca, como casi siempre, y afecta a una bandera nacional que colgaron los alumnos de una clase para dar ánimos a la selección Nacional de fútbol durante el campeonato mundial. Al parecer la profesora de dichos alumnos los expulsó de clase, por lo que al parecer fue un delito de desacato a su mandato en el aula. Al margen de que se hubiera cometido un acto de insubordinación por parte de los alumnos, esta no es razón para desautorizar sus conductas ante la alegría de estos para celebrar la victoria de su país con el debido orgullo.
Estoy completamente seguro de que si la bandera hubiera sido cualquiera otra no habría sembrado tanta polémica y despropósito. No sé a qué estamos jugando los Españoles estos últimos años, además de faltarnos al respeto unos y otros por las más variadas ventas de motos, ecológicas, educativas, políticas, energéticas, sexuales y de los más variopintas. Creo que las ventas de motos debieran quedar relegadas a las Ferias Nacionales de venta de motos en los periodos electorales, cuando nuestros politiquillos de tres al cuarto se ponen sus galas, no para vender sus mercancías sino para desacreditar las de los demás llamados a la fiesta.
No sé por qué, pero cada día, me siento menos orgulloso, no de ser Español, sino de pertenecer a un pueblo sin sentido de nación, que no tiene amor a su diversidad y a la bandera que une a sus pueblos desde hace más de quinientos años. A un pueblo que es incapaz de arroparse en su bandera o vestirse con ella por miedo a ser acusado de fascista o ultraderechista. Al parecer los únicos que no han de temer pasar vergüenza son, los que con sangre, fueran capaces de teñir el color amarillo de su bandera en rojo, en loor de regímenes para nada libres y democráticos; una vergüenza inasumible para un pueblo tan libre y libertario como este, el pueblo español.
Es por todo esto por lo que debería causarnos una profunda vergüenza el nivel intelectual de la paletada de las Autonomías. Por encima de cualquier otra premisa, está el país, este gran país, unificado desde el año mil cuatrocientos noventa y dos y que ahora en un ejercicio más de voluntarismo que basado en la realidad quieren trocear los emplumados politicuchos.