Conversaciones en el andamio: La media jornada. Por Francisco Gómez Valencia

Conversaciones en el andamio. La media jornada.

– Pues no que me han llamado esta tarde para una oferta a la que me apunte el otro día para currar en un súper por las tardes. ¿Y es que no me lo puedo creer?

– ¿Pues qué te ha pasado?

– Que si me interesaba echar una media jornada.

– Pues bien ¿no? Así lo compaginas con lo de las mañanas y entre los dos llegas a los 900 eurillos ¿no?

– ¡Por el habla no parecía muy español y por lo que me ha parecido entender, para él media jornada deben ser 12 horas!

– ¡Venga ya! ¿Pero qué me estas contando…?

– Eso le he dicho yo, pero que no me entendía.

– Jajajajaja.

– Pues a mi no me hace gracia, ¿sabes? Me venía que de vicio.

– Pues dile que sí…

– Entonces no me quedaría tiempo para ir a aquagym.

– ¡Ah! Entonces pasa del tema, no interesa, lo que es sagrado; es sagrado.

– Eso mismo he pensado yo… pero: ¿me lo dices por lo de no poder ir a aquagym, o por lo de la jornada interminable?

– Por las dos cosas mujer.

– ¡Ah! Pensaba que me estabas dando la razón como a los tontos.

– Mujer como eres…

Feliz día de Santa Prisca.

Españistan 18|01|23

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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