
«Al Sr. ministro se le subió la bilirrubina; tanto, que hubo que operarle de urgencia antes que fuera a ahogarse en ella misma»
(1)
Nos informaron ayer, desde Presidencia,
que al Sr. ministro se le subió la bilirrubina;
tanto, que hubo que operarle de urgencia
antes que fuera a ahogarse en ella misma.
Se sabía, tiempo ha, tenerla en exceso alta
y que era hombre picajoso que por nada se le subía;
2)
y no le ayudaba darle a tope a los cubatas:
tres deditos de agua y medio palmo de tequila.
Y es que la mala leche tarde o temprano asoma
y a menudo en la forma más inconveniente:
un disgustillo sufrido por la cosa más tonta
puede ser la gota que colma el continente.
(3)
Hay que pedir, pues, a todo posible aquejado,
no apurar su fortaleza ni tentar a la suerte;
hará bien en no acudir allí donde no fue invitado
ni encolerizarse porque no se le siga la corriente:
tome una tisana mientras se rasca el trasero,
en vez de violentar su hígado y su cerebro.
(4)
Y deje vivir en paz a cada cual según su gusto,
sin imponerle sus caprichos ni su presencia;
que, ello, sobre suponer feo e intolerable abuso,
suele despertar inquinas y malquerencias
que nos acarrean toda suerte de disgustos.
Un exceso de bilis no es sino una leve muestra.