
«La vuelta al mundo en un dedal. Capítulo 27: Bien podrá el Papa del Vaticano escandalizarse y clamar, una vez más, ¡Vergogna!»
(a)
Mientras que de vez en cuando -sólo de vez en cuando-
nos acordamos de los muertos que ‘la guerra de Putin’ va dejando,
cientos de almas humanas,
a la desesperada búsqueda de cierta esperanza,
sus vidas ayer por siempre se abismaron
(b)
en las luctuosas aguas del Mediterráneo,
y no era precisamente un ‘crucero de lujo’
lo que, esas pobres gentes, en ellas realizaban.
Bien podrá el Papa del Vaticano,
si acaso se recupera de lo suyo,
escandalizarse y clamar, una vez más, «¡Vergogna!»:
(c)
no menos de 100 niños han perdido todo futuro
por cuanto un presente siniestro, aciago e injusto
sus tiernos sueños de infancia en un instante les arrebata y devora.
Cada vez supone, creer en el hombre, un esfuerzo más arduo…
¡Y, encima, cuesta tanto creer en Dios
(d)
cuando un niño muere… o la pérdida de su madre llora…!
No olvidemos nunca, sin embargo, que El Mal existe.
Y no es Dios quien su pérfida mente de alimaña humana emponzoña.
Con el poco o mucho bien que acaso a nosotros nos asiste,
(e)
aprendamos a ser más solidarios con quienes nacieron
‘en mal lugar’… o ‘en mala hora’:
ninguna culpa hay, en ellos, de ese infortunio feroz
que tan a menudo les embiste.
Y deseemos que haya un mundo -detrás de este mundo-
que trate a los frágiles ‘náufragos humanos’ algo mejor.
