
«La vuelta al mundo en un dedal ( 31): Enternece ver cómo cierta juventud, en Francia, está motivada para montarla parda»
(a)
Enternece ver cómo cierta juventud, en Francia,
en vez de irse a cualquier playa, de vacaciones,
se queda en la capital o a otras ciudades se larga,
resuelta y alegremente motivada para montarla parda
(b)
con la intención de que todo por los 4 costados arda
y anhelando provocar daños y desmanes a montones.
Ante lo cual, es tanta la emoción que me embarga,
que por mi tez pálida se deslizan gruesos lagrimones.
Cuentan que de semejante sacrificio juvenil hay que hallar la causa
(c)
en un larguísimo «resentimiento acumulado
por los jóvenes de ascendencia inmigrante.»
Y también porque un chaval de 17 años fue asesinado,
según ellos, en un control de tráfico por uno de la pasma
que, viéndole intención de huir, de un certero disparo
mandó, por desgracia, al otro barrio.
(d)
De habernos ocurrido a Ud. o a mí, el trance,
sin duda se nos diría: «¡No haber salido cagando
leches cuando la poli en un control te para!»
Pero a un chavalín de origen inmigrante por error se dispara;
de suerte que el hecho de que París entero arda resulta fácilmente explicable.

(e)
Y así vemos cuán dramático va deviniendo el balance
-sin que nadie tenga todavía una idea clara
de cuándo puedan volver las aguas a su cauce-:
Actos vandálicos y de pillaje que no hay ya dios que los pare.
‘Pérfidos’ policías… y ‘amigables’ chavalitos inmigrantes
(f)
heridos ya a centenares y desparramados por todas partes.
Y, al mismo tiempo, la pobre masa ciudadana,
naturalmente, huyendo pies para qué os quiero en desbandada,
víctima de tanto DESPRECIO POR LA LEY y de tanto desconcierto.
(g)
Ya ven Uds., pues, cómo se las gastan por aquellos lares:
Merced a una inmigración de ‘larga tradición’ y ‘tan bien ordenada’,
se está imponiendo, en Francia, ¡la Ley de la Calle!
Démosle, por tanto, a nuestra inveterada
‘orientación cristiana y solidaria’, las gracias:
(h)
No hay más que ver cómo nos la agradece la nueva juventud inmigrante.
¡Sean, pues, bienvenidos, todos, también a España!
(Aunque tal vez preferiríamos, Ud. y yo, que se estacionaran
en la remota Rusia de Putin, justo en la frontera con Ucrania:
(j)
«¡Os pagaré mejor que a Prigozhin!», enfáticamente les soltaría.
A fin de cuentas, ¿a qué gallardo joven no interesaría
gozar de unas largas vacaciones bien pagadas,
en busca de heroicas aventuras y sangrientas matanzas,
(k)
en lugar de perder el tiempo amargamente en esa ‘apestosa’ Francia
repleta de iglesias y catedrales en vez de bellísimas mezquitas?
Con toda franqueza: De ser yo tan buen cristiano como Pedro Sánchez,
para proponérselo a su ‘alter Narciso’ Macron, ¡tiempo me faltaría!
(l)
Al cabo, todo el mundo, en Europa,
sabe que se tienen la más profunda devoción.
