
«Fray Perico delega y recuerdo que: Un comunista, cuando habla, miente, cuando calla encubre y cuando tiene el poder, roba»
No cabe duda de que la Caja de Pandora sigue sacando desgracias, sin atisbos de esa esperanza que guardaba al final y que no acaba de aparecer. Entretanto, la deteriorada Marca España sigue cayendo.
Si en las últimas semanas la vida social y deportiva estuvieron convulsionadas y dejando escándalos fuera y dentro que no ayudan a nuestra triste imagen exterior –asesinato en Tailandia y “piquito” y otras groserías del patán Luis Rubiales– setiembre empezó con nuevas barbaridades en el esperpento político español después de que el presimiente PinócHEZ hiciera un par de apariciones fugaces para levantar el telón. Primero se dio un garbeo por la Costa del Sol –Mijas y Málaga– que espero que no corra la suerte del último y controvertido escenario por el que lució su palmito este verano, Marrakech. Y es que este gafe, especie de Atila, del que se decía “por donde pasa no crece la hierba” ya hemos visto de lo que es capaz y la tragedia que se ha producido en la turística ciudad marroquí, la noche del viernes, pocos días después de su visita. Después, nuestro “predicador” apareció en un desayuno en el Ateneo de Madrid –para lo que ha quedado esa, otrora, noble institución– donde, si alguien tiene la paciencia de escuchar su discurso, podrá apreciar su “realidad virtual”. No sé si elegir ese escenario habrá sido un guiño imitador del que fuera su presidente, Manuel Azaña, como paso previo a la ansiada Tercera República con la que sueña. Con su proverbial discurso frailuno, se dirigió a sus “socios y socias”, agradeciendo el trabajo de todos los “servidores y servidoras” públicos –le faltó ‘todas las’ y ‘públicas’– que están trabajando en la DANA y hacer un llamamiento a las “ciudadanas y ciudadanos” –aquí sólo faltó el ‘los’– para que “sigan actuando con precaución”, lo que se dice un padrazo en el púlpito. Tuvo una referencia a las pasadas elecciones del 23-J, cuya principal consecuencia, para él, es que “España votó en libertad” y en las que, “sobre todo, triunfó el progreso frente al retroceso de las teorías conspiranoicas”.
Seguramente esa libertad y triunfo del progreso habrán sido los que llevaron a su vicesegunda en disfunciones, Yoli Maravillas a Bruselas, en cuya sede parlamentaria asistimos el lunes a un nuevo episodio ignominioso por parte de un miembro del desgobierno socialcomunista español. Pero no tardó en llegar el turno de “balones fuera”. Tras el bochornoso espectáculo de Bruselas salieron los corifeos socialistas a decir que su socia no había ido en su calidad de vicepresimiente y ministra, sino como líder de SUMAR y sus quince membretes. Lo cierto es que vimos a una comunista pidiendo apoyo a un delincuente de la extrema derecha, Carlos Puigdemont, que huyó de España en un maletero para no responder ante la Justicia del golpe de Estado perpetrado unos días antes de la huida. Un interlocutor al que el Parlamento Europeo le retiró la inmunidad para ser juzgado, de momento pendiente del recurso del reo. Lo primero que se me ocurrió y escribí en un post –como se llaman ahora los tuits– fue preguntarme “qué opinarán los juristas, pero ¿no podría considerarse delictivo que la vicepresidente Segunda en funciones se haya ido con parte de su equipo a Bruselas, para reunirse con un prófugo de la Justicia?”. Después, en esa misma red de la X, alguien parece que respondía a mi pregunta y decía esto: “La ley española establece que la Sra. ministra debe ser puesta a disposición judicial, por incumplir los Art. 463, 464, 465, 466 del Código Penal, con INHABILITACION de cargo público durante 4 años y, al ser reincidente, prisión de 3 a 6 años por colaborar con un prófugo de la justicia”. Como ya he repetido, no soy jurista y no sé si estos artículos o algunos otros le serían de aplicación a la delegada del presimiente, pero como no tengo duda de tal “delegación” por mucho que los palmeros de la Moncloa se hayan afanado en negar, añado que el perdedor de las elecciones y su enviada se merecen, una vez más, la aplicación del Artículo 102.1 y 2 de la Constitución Española que pretenden subvertir. En un país medianamente serio, de no ser delegada del jefe, ya estaría cesada. Claro que ni el país ni el jefe son serios mientras sigan ellos.
Porque las peticiones del líder de JuntsxCat, tienen como último fin ese, intentar, de nuevo, romper el Estado español, como en 1934, algo en lo que el Partido Socialista Obrero Español –tres mentiras en cuatro palabras– tampoco fue ajeno entonces. Como ahora podría serlo.
El catalán fugado pide lo de siempre pero adobado con lo que su calenturienta imaginación le ha alimentado en estos casi seis años de refugio pagado en Waterloo. Con el mensaje de “Amnistía o elecciones” reclama que «Si hay acuerdo, sería un compromiso histórico, como cada régimen y gobierno español no ha sido capaz de hacer realidad, a pesar de algunos intentos, desde el 11 de septiembre de 1714 y los Decretos de Nueva Planta que abolieron las instituciones catalanas y la persecución de su lengua”. Y pone como condiciones previas “Legitimar el independentismo, la Amnistía inmediata y una Mediación y verificación apoyada en los Tratados internacionales«. O sea, un nuevo referéndum y “otras cuestiones materiales”, la pasta, en forma de condonación de la deuda. Todo ello con el “Abandono de la vía judicial«, es decir, una amnistía inmediata que cubra todo lo ocurrido a nivel político desde 2014 –cuando se produjo el patinazo de Mariano Rajoy con Arturo Mas, que trae causa en el del 1/10/17– en Cataluña y la creación de un mecanismo de mediación y supervisión –no se fía del doctor Plagio cum Fraude–, probablemente internacional, para obligar a sus interlocutores a mantener sus promesas. Paralelamente pide «el abandono completo y efectivo de la vía judicial contra el independentismo y los independentistas” que, según él, “está al alcance del Parlamento español, a través de una ley de amnistía que incluya el amplio espectro de la represión iniciada desde antes de la consulta del 9 de noviembre de 2014. Pero también es responsabilidad del gobierno en funciones, a través de la fiscalía y de la Abogacía del Estado”. Ya han dicho algunos “juristas” amigos que 176 votos pueden cambiar la Constitución, en contra de lo que dice su Artículo 167.
La imagen exterior de España la resume bien el diario The Washington Post, uno de los de mayor tirada en EE. UU. que, como recoge El Debate, informa de que “España es rehén de extremistas separatistas” . Diario en el que también nos deja un magnífico artículo Alfonso Ussía que, con el título “El viaje de la traición”, que suscribo y recomiendo leer íntegro, sentencia que “Yolanda Díaz es una consumada farsante, y actúa muy bien cuando el guion lo necesita. Pero el traidor está detrás del escenario, en las bambalinas, y ya saben los lectores a quién me refiero”. Para abrir boca copio los cinco versos que resume bien la felonía: “Preciosos van por las calles de Bruselas. / Ella viste un modelo de altos roles, / un Goebbels conocido, con tres lelas. / Traicionando a las claras, sin cautelas / a cuarenta millones de españoles”.
Sería interminable recoger las numerosas manifestaciones en contra de lo que ahora se negocia, tanto del propio presimiente como de sus acólitos ministeriales y partidistas, pero me quedaré sólo con dos del propio Falconeti. El 17 de mayo de 2018, unos días antes de su ilegítima moción de censura –recordemos que se basada en una “morcilla” incluida al efecto en una sentencia de un juez amigo–, en el Espejo Público de su amiga Susana Grisso, dejaba esto: “A mí no me ha gustado lo que ha dicho, en este caso, el poder judicial en Bélgica. Clarísimamente ha habido un delito de rebelión, de sedición, en España”. Y más recientemente, tres días antes de las últimas elecciones, el 20 de julio de 2023, afirmaba con su petulancia característica que “Pedían la amnistía y un referéndum de autodeterminación. No han tenido amnistía y no hay referéndum de autodeterminación ni lo habrá”. Pero es que entonces no pensaba que necesitaría el sí del fugado que intenta que se quede en la abstención si recuperase –poco probable, espero– el escaño por Madrid, tras la admisión por “¿de quién depende el Constitucional?” del recurso que le ha denegado la Junta Electoral Provincial, la Junta Electoral Central y el Tribunal Supremo, para el recuento de los votos nulos en esa comunidad .
A la vista de la barbaridad que pretende el único propietario del hoy partido sanchista, no han dejado de aparecer antiguos dirigentes socialistas saliendo al paso de esta pretensión, sin más justificación que la permanencia en el poder del sátrapa sin escrúpulos, Pedro Antonio. El primero, Felipe González, que, en una reciente entrevista, declaraba, con absoluta certeza, que la vicepresidente nacional del gobierno, Yolanda Díaz, “No está en contra de la monarquía, sólo. Quiere sustituir la monarquía por una república plurinacional con derecho de autodeterminación. Por tanto, con la semilla de la autodestrucción de España como Estado nación y su Historia”. Continúa con un “Yo estoy radicalmente en contra de eso y con lo que me quede de fuerza, lo combatiré”. Y añade que, “Esta monarquía a la que yo califiqué de republicana, que tiene un comportamiento de presidencia que no gobierna, que es representativa, la prefiero a una republiqueta como la que algunos pretenden, de estas que llaman plurinacionales y con derechos de autodeterminación”. Claro que poco antes, como si no supiera de lo que es capaz su sucesor decía que «Me costó más que otras veces votar al PSOE« .
Otro histórico, Nicolás Redondo, declaraba el miércoles en COPE que “Felipe González decía en Suresnes que era socialista antes que marxista. Y yo le copié la frase y dije que antes que ser socialista, por suerte, era ciudadano”, lo que ni de lejos podría decir el “Motorista”, y que “Sólo se sostiene el PSOE hoy, si estamos en el gobierno”, en referencia al clientelismo actual de la mediocridad colocada en diferentes cargos y en la ejecutiva federal del PSOE. Recordaba el pasado diciendo que “Nosotros hemos tenido una larguísima historia y podemos estar orgullosos de gran parte de la historia. Y tal vez la mejor etapa de los ciento y pico años del partido socialista fueron los que se iniciaron en el 82, con la llegada de González a la presidencia del gobierno. Modernizamos España, entramos en Europa, participamos con la UCD y otros partidos en la democratización de España…”. Le faltó añadir que también en esa etapa se institucionalizó la corrupción y se destrozó la Educación, que remataría después José Mª Aznar no modificando ni derogando la LOGSE y completando las transferencias de las competencias en esa disciplina fundamental a los nacionalismos y demás autonomías, gracias al lamentable “café para todos” del Profesor Manuel Clavero Arévalo, que en Gloria está.
No faltó tampoco Alfonso Guerra, entrevistado en la COPE el jueves con motivo de presentar su reciente libro “La rosa y las espinas”, según él “Transcripción de diez horas de declaraciones, recogidas en un documental sobre sus pensamientos, en el que improvisaba sus respuestas”. Presumió de su frase “Cuando nos vayamos del gobierno, no va a conocer España ni la madre que la parió” con un “y acerté, pero, entre el 15 y el 18 se crearon grupos nuevos, con jóvenes inmaduros…” que jo…ron todo, le faltó añadir, así como por culpa de los dos grandes. Y añadió que «Cuando se asume lo absurdo quiere decir que la sociedad está en decadencia. Si pasa lo que anuncian que va a pasar, España está en decadencia. No se puede permitir que un 1’6% someta al 100% «. Dijo también que “La amnistía que se anuncia es lo contrario a la de 1977. No cabe en absoluto”, para terminar pidiendo “como ciudadano demócrata y como socialista que esto no lo haga. Es Insoportable”. Pero con todo eso, dio a entender que votó a Sánchez: “Mi partido es el socialista. Las ideas están mucho mas allá que las personas”.
También Jordi Sevilla, exministro socialista de Administraciones Públicas, salió al paso de las exigencias planteadas por Puigdemont para que su partido se siente a negociar un apoyo a la investidura de Pedro Sánchez. «Oído Puigdemont, pido elecciones. Y ahí lo dejo», dejó también en la antigua red Twitter, hoy X.
Pero quizás haya sido el que fuera biministro de Justicia e Interior con Felipe González, Juan Alberto Belloch, el que haya resumido mejor esa doble moral de todos esos excargos socialistas: “Es completamente distinta la cultura del partido socialista de las personas concretas que ejercen el poder en el partido en cada momento. La contradicción que se puede producir es otra, y es que, algunas mañanas, te despiertas diciendo, ¡hombre, pues a lo mejor pierde y así cambiamos el PSOE y lo reformamos!, esa es la tentación más obvia que estamos teniendo mucha gente, pero vamos, yo la he vencido. Yo critico al señor Sánchez, considero que es el peor presidente de gobierno socialista que ha tenido este país y, sin embargo, a la hora de la verdad, siempre me he pasao p’al otro lao, cojo la papeleta del PSOE y la introduzco”. O sea, antepone ideología a sentido de Estado, luego es un sectario más de los que abundan en los extremos, izquierda y derecha, aunque algunos vean ésta con más simpatía. Votan a una cabra si lleva el puño y la rosa. Por cierto, Belloch fue el “descubridor” para la política de Margarita Robles, de la que Nicolás Redondo decía en la entrevista antes citada que “La ministra de Defensa es un personaje que ha medrado en el ámbito de la Justicia, dando vueltas entre la política y la Justicia. Ha estado en un sitio y luego subía, dejaba ese sitio en la judicatura, volvía a la política y subía un poco más…”.
Termino con una frase que se ajusta muy bien al frente popular socialcomunista Frankenstein que nos llevaría al desastre si se consumara esa negociación bajo la batuta del fugado: “Un comunista, cuando habla, miente, cuando calla encubre y cuando tiene el poder, roba”.
Y como dijera un buen español, que lo fue, como Miguel de Unamuno: “Me duele España”, cuya obra Niebla deberían leer el “okupa” de Moncloa, ahora que está recluido por ese “oportuno” COVID –¿será verdad o un pretexto para desaparecer unos días y ganar tiempo con el prófugo?– y su corte de palmeros funcionales que lo rodea.