Voy a tener que quitarme las zapatillas y calzarme las botas para pisar el barro aunque, como en el Álamo, muera con las botas puestas.
Morir con las botas puestas. Por Julio Moreno López

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Voy a tener que quitarme las zapatillas y calzarme las botas para pisar el barro aunque, como en el Álamo, muera con las botas puestas.
No deja de sorprenderme -por más que la evidencia sea palmaria y se repita cada día con más crudeza- cómo, en estos últimos treinta y ocho años, se ha venido imponiendo, en la calle en general y en los medios de comunicación y representantes políticos en particular, el efecto de “lluvia fina” que citaba Aznar en una de sus intervenciones -en referencia a sus políticas-, aunque en el sentido contrario al que él pretendía cuando lo dijo, desgraciadamente. Me refiero a cómo ha calado en nuestra sociedad el terrible juicio de la “doble vara de medir” cuando nos toca valorar hechos, frases o comportamientos, dependiendo de dónde vengan o quién los diga o tenga.
Esto es la pena del telediario. Pena de telediario señor Contreras, que podrían tener sus días contados si se aplican sanciones como la que acaba de conceder el Consejo General del Poder Judicial a un exalcalde por no evitar el juez que la prensa captara su imagen esposado