Cuando se nacía en las casas, Miguel nació (1951) en la de sus padres de la calle del Prado y sus recuerdos de la niñez le anclan, ya para siempre, al Barrio de las Letras, Desde su ventana veía cada mañana el pináculo del antiguo hotel Reina Victoria, y ese boliche modernista de cristal que le corona representa para él sus felices años: Justo debajo estaban los almacenes Simeón, que por temporadas, montaba un tiovivo de risas inolvidables: “Es recomendable que tu pasado no condicione tu futuro, pero sería lamentable que tu futuro te hiciera olvidar tu pasado”.
A Miguel le gusta profundizar con sus palabras. No en vano, marcado por la desgracia desde que, en accidente de tráfico muriera su mujer y enfermara su hija Sandra, ha sabido, como pocos seres humanos, reponerse y tomar un montón de decisiones duras y arriesgadas para conseguir esa necesaria felicidad que te permite levantarte con ilusión a las claritas del alba. Su secreto es sencillo: Su arte por la miniatura.

Esas casi cien piezas entrañables que ha creado en los últimos años. Vaquerías, bares, restaurantes, comercios castizos, que evocan el familiar sentimiento de la vecindad: “ Yo se que durante los años 40 y 50 en Madrid la gente lo pasaba mal, pero lo que a mi me interesa es evocar con mis rincones esos momentos alegres que todos tenemos a pesar de las desgracias. Algunas veces me planteo para qué sirve lo que hago y de verdad que no encuentro la respuesta, pero cuando empiezo una obra no paro, soy feliz mientras trabajo. Y luego está la respuesta de las personas que las ven. Sus emociones y eso, de verdad, que merece la pena.”
En las mas de treinta exposiciones que Miguel Yunquera ha realizado por toda la Comunidad de Madrid ha recogido en un libro de visitas las reacciones del público. Y ya tiene más de tres mil citas que le marcan los pelos de punta cuando las lee y que le sugieren nuevas obras: “Sobre todo recibo multitud de confidencias y recuerdos que la gente que ve mi obra quiere compartir conmigo. Muchos de los rincones que presento los he conocido por las sugerencias de quienes han tenido la atención de dedicarme unas palabras. Porqué detrás y junto a mis fachadas hubo siempre vecinos de carne y hueso, enamorados o infelices, vivos.”
Su conversación consigue detener el tiempo porque Miguel Yunquera ha sabido encontrar su camino, que ha llgado a su «casa de los maquis» y lo demuestra con cada una de sus palabras. Dice que conoce todos los rostros de nuestro Barrio de las Letras gracias a los 26 años que pasó al frente de su tienda “Desiree” en la calle León. Ahora, y a contracorriente, pasea observando, fijándose en todo, porque en cada esquina le puede surgir un homenaje a esas pequeñas cosas que nos acompañan en lo cotidiano , acumulando las huellas que nuestra presencia les marca.