«El país está muy descontrolado», dijo el pasado viernes mi amigo Francisco Moreno cuando quedó bloqueado en un aeropuerto junto a otros setecientos mil españoles. Con su fina ironía y talento, acabó la frase: «Queríamos ir de un sitio a otro, pero los controladores nos han bajado de las nubes y nos han estrellado contra la cruda realidad; de esta puta crisis sólo huyen los más privilegiados.» Le destaco porque fue de los pocos que ante la calamidad del espacio aéreo español no olvidó la importancia de la crisis económica que padecemos.
Y es que «España no funciona». Llevamos cinco días hablando de los controladores aéreos. Un colectivo de 2.400 personas en los que hemos depositado, vía propaganda oficial, las esencias del epíteto de diablos e «hijos de la gran….», pero habrá que esperar a un nuevo Julian Assange para comprender el porqué un colectivo se echa al monte y se suicida ante la opinión pública. Hoy, cuando algunos controladores han comenzado a desfilar ante los Tribunales, la Fiscalía nos anuncie penas de cárcel de hasta ocho años porque considera un delito muy grande el abandono de los aeropuertos. Nada más ni nada menos que sedición.
Y ¿Qué pasa en AENA, sus pérdidas millonarias ? ¿Qué significa su privatización.? Quizás algunas primeras respuestas aparezcan esbozadas en la carta abierta que Kike Vazquez publica en «El Confidencial». Se titula «Carta abierta al presidente de AENA».
Paradojas del insensato Zapatero, y su Ley de Memoria Histórica, los españoles hemos asumido que el final de un conflicto laboral se justifique gracias al ejército. Y es que España, con la Z de Zapatero no funciona, aunque, menos mal, no pierde su sentido del humor: “Si vosotros sacáis vuestros tanques, nosotros sacamos nuestros Ferraris” dijo un controlador al ver entrar a los militares en Barajas.