Llevo cuatro días en la expectativa emocional que me procura el movimiento Democracia real Ya. Desde el domingo por la tarde cuando estuve hablando con unos jóvenes que había acudido a la manifestación de Madrid. Estaban sorprendidos de la capacidad de convocatoria que había conseguido la cita organizada a través de las Redes Sociales y que hoy, ya ha mutado de Movilización a Movimiento.
Luego he pasado un par de veces por la Puerta del Sol y me ha alegrado el espíritu el ver tamaña capacidad de protesta y rebeldía. Me gustan los lemas que han sido temas del día en Twiter, y uno de ellos: #notenemosmiedo me hace reflexionar sobre el miedo, poderoso y profundo, que de manera directamente proporcional al éxito de la convocatoria, insisto que transformada ya en Movimiento Ciudadano, está creciendo en todos aquellos que tienen un carnet del PP o del PSOE pegado al cerebelo. Me refiero a políticos, periodistas y en general, «bienpagaos» que tratan de analizar el fenómeno sin empatía y, me imagino con el avaro interés de «llevarse el gato al agua».
He hablado ya de qué significa o debería significar el «infierno de los periodistas». Pero esta entrevista sobrepasa todos los vicios y pecados del oficio del periodismo. Y si «Intereconomía» o «El gato al agua» no piden disculpas o razonan alguna creíble excusa, creo que el Movimiento #15M consigue desvelar una careta: la de aquellos que se hacen pasar por periodistas con fines inconfesables. Y me alegro por su éxito por que el camino se hace andando. Un camino pleno de engaños y disfraces.