Zapatero en el discurso de su último debate de la nación se despide, pero como señala Rosa Díez, se despide pero no se va. El impostor de la realidad habla, y habla, pero no dice nada. Y en el final de sus palabras se pone sentimental y menciona a España con la deriva de ese viejo tópico hispano sobre los curas: pedirnos a los españoles un esfuerzo más para salir de este horizonte maldito al que nos ha llevado su derrota. No creo que exista otra paradoja andante como la de este presidente de la retórica y la falsedad. Patético.
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