Por una humilde y sincera cuestión de empatía humana comprendo la desazón de los miles de profesores interinos a los que las administraciones de Castilla la Mancha, Madrid, o Gallicia no les van a renovar el contrato para este año. Muchos incrementarán las listas del paro y tal como está el patio, con ese veinte por ciento de la población activa sin llevar dinero para casa, eso no es de recibo.
Este curso, su trabajo lo deberán realizar los titulares, los funcionarios de oposición, aumentando un par de horas lectivas su jornada laboral, para así ahorrar, nos dicen desde las administraciones autonómicas en las que hoy gobierna el P.P.
Pero ahora resulta que según los sindicatos oficiales, sin la contribución profesional de estos entusiastas vocacionales, el sistema de enseñanza pública y el futuro de nuestros hijos, se hunde hacia la miseria y el abismo de la derrota. Y es que estos sindicatos, los oficiales, me parece que olvidan que representan a la enseñanza y juegan con fuego al convertirse en aprendices de brujo de la política. Parece como si el PSOE les hubiera dado a oler la carnaza de la oposición y, con la voz de su amo en el instinto, solo piensan en morder la presa. Qué vergüenza. Ni se dan cuenta, o no se la quieren dar, que representan a la educación, a la figura del maestro, y a la importancia social de la enseñanza para las nuevas generaciones. Y todo, claro está, al principio de un nuevo curso tanto escolar como político.
Los sindicatos hablan del bien de la enseñanza pública y del hundimiento de las políticas sociales. Siguen diciendo que su protesta no es política, que se trata de algo concreto contra una política concreta y que las medidas adoptadas por las comunidades autónomas significan el deterioro final de la enseñanza. Y no ses cae la cara de vergüenza.
Los profesores huelguistas deberían recordar también que hoy todavía sufrimos las teorías decretadas , en el año noventa, por el ministro socialista de educación que ahora se presenta a Presidente. Rubalcaba apostó por la «progresista» corriente pedagógica que afirma que ni la memoria ni los conocimientos son importantes, y según escribe Adrián Begoña en su blog, de necesaria lectura, todavía hay muchos alumnos que llegan a secundaria sin saber hacer cuentas básicas, leyendo a duras penas y sin haber aprendido a escuchar .
Y así, sin disciplina ni respeto por los profesores, no hay manera. En España todo sabemos que, para nuestros hijos adolescentes en su jornada escolar, no hay nada peor que el padecer «las enseñanzas» de un maestro funcionario de colmillo retorcido. Es decir, ese funcionario veterano que ha recorrido con vocación media España y, a punto de jubilarse, está cansado, de su vocación y de los alumnos. También conocemos todos que la Enseñanza pública presenta en España un nivel educacional bajísmo y unas cifras altísimas de fracaso escolar. Ahí están lo informes de Pisa. Pero casi todos olvidamos las responsabilidades políticas y la fata de un verdadero acuerdo nacional, una perentoria necesidad, de igual o mayor calado que el pacto existente para no hacer campaña política con asuntos de terrorismo. Esto sí que sería un motivo para tomar la calle.
Yo lo único que sé es que a mi hijo, que nunca había suspendido, los de la «Marea verde de Madrid», le han fundido el curso. El profesor de Biología solo ha dado 4 temas en todo el año y según palabras textuales «durante el mes de Junio no daré clases, solo leeré el periódico porque estoy de huelga. Eso sí, vendré al instituto porque si no me quitan las pelas»
Un gran profesional con una inmensa vocación. ¡Aviados vamos con este personal!