La credibilidad es un concepto divino, propio de los dioses que todos los humanos tratamos de conseguir en nuestra ajetreadas vidas. Cercano al religioso mito de la Fe. De su aroma viven los políticos, los famosos de la farándula, los periodistas, los médicos, los ebanistas, los luthiers y hasta los sindicalistas como Toxo y Méndez. Se trata de una cualidad, innata o forjada por el buen oficio de los hechos que se asumen, no de los dichos, que todos los demás, al reconocerla apostamos por ella. Y a los grandes líderes no solo les creemos, sino que además les seguimos con fe. Con el pensamiento, el corazón y hasta con las armas si es necesario.
Así se comporta el perfil social del humano tribal, que asoma hoy tanto al teclear un portentoso ipad carísimo, como al invitar la ronda de las cañas con los amigos en el bar. Igual en la Patagonia que en la masificada y vieja Europa.
Pero muy ligado a ese concepto sacrosanto de la confianza en el otro, por el que las personas decidimos si creemos o no una información de la que no hemos sido testigos directos, también tenemos grabado a fuego en nuestros adeenes, la peculiaridad que los intelectuales denominan ideología, principios y sentimientos culturales.
Y por esa peculiaridad propia de la educación de cada uno que personalmente defino como el mundo de las autoéticas, creo que conozco a políticos capaces de mentir, periodistas incapaces de preguntar, profesionales que realizan mal, y a drede, su oficio y hasta sindicalistas que sueñan con el poder de convocatoria de los políticos. ¿Un sinsentido? Quizás. Pero intuyo que estamos tocando el fondo. Intelectual y social.
Realmente estamos tocando fondo, pero lo peor, para mi, es la espantosa imagen que estamos proyectando al exterior. Pocos habrá que crean, con los ojos cerrados, en estos dos señores sindicalistas. Va siendo hora de que hagan examen de conciencia y dejen paso a otros (aunque el problema es mas profundo). Un saludo
Por ejemplo, tu credibilidad conmigo es maxima. Porqué ? pues debido a tu irrefutable y etica accion diaria.
Yo, particularmente cuando una cosa, asunto o manera de actuar rechina con mi forma de pensar, me pierde la falta de mesura, se me calienta la boca, en este caso los dedos con los que quiero transmitir lo que pienso a ese respecto. En el tema de sindicatos y todo lo que les rodea (liberados sindicales, piquetes «informativos», mamandurrias varias) El balance no puede ser más negativo, pienso que esta gente que esta en esas instituciones ucronicas y obsoletas, están en eso solo y exclusivamente a beneficio personal, les importan muy poco los trabajadores a los que dicen representar y el daño que pueden ocasionar a la economía del país que pretenden «arreglar» con su «encomiable» labor y sacrificio. Para mi y en términos generales, sindicalista es sinónimo de vago, de los que quieren escurrir el bulto y que les lleven el sueldo a casa (en mis más de 42 años ininterrumpidos de trabajo he visto multitud de ejemplos) y claro por supuesto no quieren que cambien las cosas y que pueda llegar el caso de que se piense en prescindir de estas tan útiles instituciones.