De coartada, cortina mediática y hasta de calculada maquinación, se ha calificado ya la primera batalla por la Educación, Enseñanza dicen los catalanes, que se dio ayer en el Ministerio del Gobierno español. El portazo de Irene Rigau no deja de ser moderadamente tragicómico al asegurar con «chillido diplomático» y manotazo simbólico sobre la mesa que se desprecia, que «su gran país» y su estatuto, su inmersión lingüística, su Ley de la Enseñanza catalana, y hasta su «mas que un club» de fútbol, el Barcelona F.C., acudirán todos juntos, en formación de sardana, a los altos Tribunales del estado. !Como si el Gobierno catalán cumpliera con la Ley! ¿A quién pretenden engañar?
De momento y lo lamento muy profundamente, la estrategia emprendida hace treinta años por Jordi Pujol, y que ahora capitanea Artur Mas, ya ha logrado despistar a un montón de profundos analistas políticos que han dado por supuesto que tras el último batacazo electoral de CIU, la fiebre independentista amainaría. También permanece engañado todo un Gobierno con mayoría absoluta del PP que pasea tranquilo por Las Ramblas pero ni se atreve a adentrarse unas cuantas pasos en el corazón del intrincado barrio gótico, esas calle donde se impone de manera totalitaria una bandera, una lengua y en definitiva el lema fascista del «Conmigo o sin ti» .
Y del posicionamiento del PSOE, mejor ni hablar porque produce vergüenza ajena, aunque nunca entenderé que el antes Fouché, ese genio tenebroso y sabelotodo, el Señor Rubalcaba afirme hoy que el problema de la Educación no es la Lengua. ¿Es que acaso ni uno de ese millón de espías tecnológicos que controlaba desde el Ministerio del Interior del Gobierno Zapatero le ha informado que en Cataluña, lo que CIU pretender es revertir la historia de la declaración de independencia del año 34?