Miles de personas pasan al mediodía camino de la concentración en la plaza de Colón para «reivindicar la defensa de la unidad de España» que ha convocado DENAES por debajo de su expresión de angustia, su grito de horror, y en ese ambiente festivo que se respira en la mañana madrileña, no se dan cuenta de la estatua que el escultor malagueño José Vilches dedicó a Andrómaca, la hija del Rey de Tebas y esposa de Hector, uno de los personajes principales en el poema homérico de la Ilíada. Una auténtica víctima por el asesinato de su padre, así como el de su marido y hermanos.
Hoy me da la sensación de que la angustia y sufrimiento expresada en el mármol blanco es por esta España enferma del virus nacionalista de la que Santiago Abascal, el presidente de Denaes ha recalcado en su discurso que «no se rompe ni se romperá, por los que estamos aquí, decididos a defenderla».
Alegría y emoción en la mañana al oír el himno español con la letra que Jon Juaristi escribió hace diez años:
Canta, España,
Y al viento de los pueblos lanza tu cantar:
Hora es de recordar
Que alas de lino
Te abrieron camino
De un confín al otro del inmenso mar.
Patria mía
Que guardas la alegría de la antigua edad:
Florezca en tu heredad,
Al sol de Europa
Alzada la copa,
El árbol sagrado de la Libertad.