En el año 2000 Artur Mas era consejero portavoz del gobierno autónomo catalán, y mientras su socio Durán i Lleida declaraba en la cadena SER que dimitiría si se descubría financiación ilegal de su partido (UDC), el hoy presidente separatista anunciaba solemnemente en rueda de prensa que «había que dejar trabajar en paz a la Justicia en el caso Pallerols» .
Y la Justicia ha trabajado durante catorce años para resolver que los políticos corruptos, autoinculpados del robo de 400.000 euros de los fondos de la Unión Europea, serán castigados con la devolución de la suma estafada y así no ingresarán en la cárcel porque van a devolver el dinero robado. Es la sorprendente doctrina Pallerols que todavía no ha definido a quién se le reintegrará el botín. ¿A Europa? ¿A los parados a los que no les dieron cursillos de formación? ¿Al estado español? ¿ O quizás a las deficitarias arcas del nuevo estado en construcción?
Una legal pero nada ética decisión judicial que tampoco aclara, de momento, de donde saca el partido corrupto la pasta para poder devolverla, eso sí, sin intereses. Y todos tenemos muy claro cuánto nos cuestan los de nuestra hipoteca durante más de una década.
El problema político es de «alturas» porque son los conceptos políticos «dignidad», «dimisión» y «credibilidad» los que ingresan directamente en la trena directamente. En esa celda incomunicada reservada para la casta y vacía de políticos pero llena hasta la bandera de buenas intenciones. Y queda por resolver como el señor Durán i Lleida va a tener rostro para seguir presidiendo la Comisión de Exteriores del Parlamento Español y hablar de tu a tu a esa vieja Europa a la que su partido robó una bonita cantidad.
Hay que pensar mal para poder acertar sobre las reglas con que nuestros políticos juegan a su bastardo y caro Juego de Tronos. Ahí está por ejemplo la carta escrita por Fernández Ordóñez, Mafo, el Gobernador socialista del Banco de España y que publica hoy el diario El País. Y permitánme de paso, estimados lectores, recordar la locución latina de origen medieval «Excusatio non petita, accusatio manifesta». Porque resulta que después de tres días de las tan amplias como vagas y generales acusaciones que el rotativo destaca en portada sobre «El mirar a otro lado» desde el Banco de España ante flagrantes delitos de la llamada «ingeniería financiera», sale Mafo y dice que no quiere hablar por el bien de España.
No tienen dignidad ninguna una gran parte de la nómina de políticos que nos ha tocado en suerte soportar. Juegan hasta sus últimas consecuencias eso de: hoy por ti, mañana por mí y nosotros, como incautos, esperando la regeneración (que nunca llega) de esta casta que nos mangonea.