Le con estupor las pobres defensas que tanto el PSOE como sus gurús mediáticos de la izquierda caviar exponen para comentar el caso «Amy Martín» que protagonizan con gran éxito de público y crítica, su creadora, la joven Irene Zoe Alameda, capaz por lo que se lee, de eso y de mucho más, y su marido Carlos Mulas, economista en la Moncloa para Zapatero, ex-director de la Fundación Ideas y, entre otras cosas, productor cinematográfico en la empresa Storylines Project que casualmente hoy ha desaparecido de Internet y que recibió 120.000 euros de subvenciones públicas.
Se basan en la pequeñez del escándalo, su calidad de anécdota, en relación con la Gurtel por ejemplo, y la corrupción, así en general, de nuestros políticos. Se basan en afirmar que las contrataciones de la artista renacentista, – dibujante, cantante, escritora y directora tanto de películas como de instituciones tan importantes como el Instituto Cervantes,- para la Fundación Ideas eran legales… morales. Se basan en comparar las cantidades ingresadas por este ser subvencionado con los veinte millones de Bárcenas en Suiza. Se basan en… Un montón de puntos suspensivos:
¿Que pasa con la cantidad de buenos músicos que cada día se encuentran con muros terribles para poder mostrar su arte, su maestría y talento? Se deben también afiliar sentimentalmente con Caldera, Rubalcaba y la pesoe?
¿Dónde va el dinero de la caja A que pagamos todos cuándo ingresa en la contabilidad de las empresas públicas y fundaciones políticas? ¿Se convierte en dinero B a través de testaferros ideológicos y sentimentales pero avariciosos con los euros?
Porque las hechuras que se deducen de esta artistaza integral, y su consorte triunfador, nos abren una vía de infinitos puntos suspensivos que conduce a la humana posibilidad de la indecente utilización de la negritud simbólica. La negritud de esos auténticos negros, artistas sin contactos con el poder político, capaces de redactar, imaginar, crear, componer y, ¿Cómo no? cobrar en «B» por aquellos que les contratan, ahítos de euros subvencionados de la caja «A».