De nuevo esta mañana las sartenes del churrero, mi estimado Gerardo, en la calle Cervantes del madrileño Barrio de Las Letras, crepitan calientes al eco de la conversación de sus parroquianos. Aquilino el propietario de un bar cercano, saca el tema de la Casa Real. Muy de mañana ha oído a Jiménez Losantos despacharse a gusto en Es-Radio por el caso Urdangarín y, mientras le toca pedir, afirma con aplomo que el latrocinio campa en todos lados. Y buen psicólogo por el máster de treinta años detrás de la barra que tiene, acaba dándonos la vez, y la voz, con una pregunta:
– ¿Monarquía o República?
Y los cinco vecinos que esperamos la ristra de churros calentitos recién escurridos nos declaramos al unísono juancarlistas. Ahora bien. Concluímos que el Príncipe Felipe no lo tiene fácil.
Me toca pedir a mí y recuerdo la broma del maestro churrero en los estertores del impresentable Zapatero, cuando una mañana de hace algo más de un año le pedí:
– “Docena y media de churritos y cuatro porras.”
Y el me contestó – “Docena y media… ¿ Qué son dieciséis o dieciocho?”
– “Hombre Gerardo, eso no ha cambiado, dieciocho.”
– “No, si ya… Lo decía por si Zapatero ha cambiado algo esta misma noche con un Decreto Ley de esos, que yo llevo trabajando desde las cinco y hoy no he puesto la radio. Y es que no me fío, aunque ahora, por fin, estoy seguro que nadie me llamará facha cuando en los bares diga en voz alta: Qué vergüenza me da este Zapatero.”
Y hoy, que España tiene casi una docena y media de «Jefecitos de Estado», nos hemos reído todos, sobre todo cuando Gerardo ha rematado con que su casa es la última de España en que docena y media suman 18. Porque sin darnos cuenta los españoles estamos pagando un pico por las corruptelas de uno pocos con el mando de políticos. Hombres corruptos asesorados por ladrones.
La tertulia mañanera ha comenzado a crecer al nivel de fogones de la churrería cuando Aquilino, yéndose ha exclamado, casi con la fuerza de un escupitajo:
– Y el Mas ese pide un porrón de millones para calzarse la independencia. Ya me gustaría, ya, que viniera a mi bar a pedir un vasito de agua y de paso preguntarme que dónde están lo servicios.