Mariano Rajoy en la palestra pública acaba de pronunciar hoy una expresión de vértigo como resumen de la actualidad: «Una España inhabitable». Quizás debiera hablar más y dejar de hacer el don Tancredo. Y coinciden en el tiempo sus palabras que ha pronunciado refiriéndose al caso Bárcenas con las que acaba de elevar Rubalcaba en su comparecencia pública tras su encuentro sobre Educación y su nueva Ley que presenta la derecha vía el ministro Wert, en las que refiriéndose a lo mismo, lo sustancial, el solomillo, la madre de todas las batallas, ha calificado de inviable e ingobernable la situación que sufrimos todos los españoles.
Y ahí está el nudo gordiano de la actual inhabitabilidad de España que hasta Cayo Lara ha profetizado por la presión de la calle en la que todos los españoles estamos ya cansados de tanto latrocinio político.
Una siniestra realidad en la que paradójicamente los dos importantes líderes españoles parecen estar de acuerdo en centrar su batalla política, descarnada y sin prisioneros, en la ideología práctica de la Educación.
Y es que se trata en realidad de la educación. Nada de economía, nada de honestidad.
La educación, aunque pretendan engañarnos en sus estrategias del camuflaje en los flancos, contra la corrupción y las prebendas de una casta sin honor, y subvencionada, como la casta de funcionarios profesores que el PSOE maneja a su capricho, prebendas sindicales y pluses.