Abre Einaudi con sus composiciones auténticas brechas en el tiempo y descubre que la cuarta dimensión se puede también medir con la escala de las emociones. Música de pura evocación y notas cicatriz de la memoria, de melodías subjetivas que marcan los silencios, hasta las caricias soñadas nunca recibidas, la añoranza del fuego que recientemente nos quemó, y el ritmo, un compás capaz de mecer los sentimientos olvidados por la pesadez de lo cotidiano.
Apenas se mueven los pies, y acompasamos su música con ligeras inclinaciones de cuello, sin aspavientos, un juego que mece la intimidad de cada uno, con los ojos cerrados, y permite el baile de los recuerdos, el único en el que afloran los sueños.
Anoche en el Circo Price, Ludovico Einaudi presentó en España su ultimo disco «In A Time Lapse» y en vivo descubrimos el porqué a este músico compositor muchos fariseos le han denominado como «la oveja negra de los pianistas clásicos»: Nadie como él acaricia las teclas y muy pocos consiguen cerrar un círculo íntimo entre el pianista y su instrumento sin el egoísmo propio de los enamorados pasionales. Porque Einaudi comparte el enamoramiento evocador de sus composiciones en sucesivos círculos concéntricos. Primero con sus músicos y luego con el público que a medida que oye la sugerente propuesta olvida los temores y anhelos de la tierra para contemplar angustias eternas y las grandes esperanzas propias del alma.
Lo estuve viendo hace ya algunos años, y me dejó impresionado.
Uno de los mejores conciertos que he visto nunca.
¿Has escuchado ha Rodrigo Leao, Kitaro, o Vanessa Mae? Otras auténticas joyas.
Un abrazo.
Tiene su gracia descubrir la new age con 30 años de retraso… (Bueno, Vanessa Mae… ni eso)