En el pasado Sábado día 13, cumplía años el Tratado de Utrecht y ese sabañón de pus colonial, cáncer de la corrupción que es Gibraltar en la Europa del siglo XXI. También el asesinato del mártir Miguel Ángel Blanco, infinito recuerdo de qué significa la inocencia en manos de mafiosos y asesinos. Y por último se celebró en los papeles culturales el cumple años de la muerte de todo un hombre sabio, cubano, amante de la vida y músico: El Compay, Compay Segundo.
Demasiadas efemérides para un solo día y el trago corto de mi memoria. Hoy pasa lo mismo.
Sin ir mas lejos y ante tanta miseria política se me olvida que en 1850 nace el escritor francés Guy de Maupassant, pero tan solo ,hace 51 años nos dejó una mujer y actriz excepcional: Marilyn Monroe con visillos de seda. Sin cotrinas de humo.
Pero en la actualidad, cuando hace 80 años que el partido Nazi se convirtió en el único partido legal de la Alemania de Hitler y causó la Segunda Guerra Mundial, también cumplen la pequeña Ana Frank, que tal día como hoy fue descubierta en su escondite por las SS y enviada a Auschwitz y también fueron fusiladas polr el bando ganador de la contienda las trece rosas en Madrid nada mas acabada nuestra guerra civil,. Pero estamos inmersos en las denominadas cortinas de humo y que algunos seudo intelectuales comprometidos nada mas que con su secta definen como maniobras de distracción.
Así, leo esta mañana que la polémica que crece en torno Gibraltar, no es más que eso, voluntad política de ocultar el caso Bárcenas.
De igual manera, una multitud de acólitos sigue riendo los chistes negros sobre Ángel Carromero y no quiere ni mirar la portada del diario «El Mundo». Mi vecino por ejemplo, el responsable de educación de CCOO, que todas las mañanas luce una camiseta verde limpia y recién planchada me ha espetado en las escaleras que lo que pasa en España es el colmo de las indecencias del fascismo y que ya Cayo Lara lo dijo muy clarito, la muerte de Oswaldo Payá no tiene que ver sino con la desgraciada lista de muertes por accidente de tráfico en las carreteras, y ya está.
Cortinas de humo en una España que se quema y no quiere recordar la cita de Churchill: «Los fascistas del futuro, se llamarán a sí mismos antifascistas» y están muy seguros que los intelectuales son de izquierda y existan justificaciones morales para quemar los libros de Cesar Vidal.
Muy parecidos intelectualmente al hijo de Compay, al que también conocí en La Habana. Había medrado en el Partido Comunista y obstaculizaba las relaciones del padre con su última novia, mientras se aprovechaba de él y los dólares que el portento ganaba a espuertas a los ochenta años. Todo una ética progresista.