Alucino con los cancilleres de los importantes países del mundo, con los grandes creadores de opinión y demás ralea que tituló para la historia de la infamia como «La primavera árabe» al embrión de la guerra civil que sufre Egipto. Y es que, unos y otros declaran que tienen miedo de que la guerra comience. El discurso se lo amplifican periodistas mediocres con grandes titulares y resulta que yo creo que ahí mismo, a un tiro de piedra en el Mediterráneo, la guerra, la muerte, el odio y las venganzas ya han comenzado. En el Cairo y otras ciudades de Egipto murieron ayer nunca sabremos cuántas personas y al menos dieciséis iglesias cristianas coptas fueron quemadas.
Y la situación se declara oficialmente como de susceptible de llegar a a guerra civil.
Se lo expreso así a mi amigo Cayetano mientras caminamos por la calle de León en el Barrio de las Letras y en el preciso momento en que me va a replicar, vemos atónitos los dos, que del chino de la esquina salen dos gordos barbudos acompañados de tres burkas negros. Con unos guantes negros también, que me fijo les impide, me imagino que a «ellas», abrir las botellitas de agua que los musulmanes han comprado.
Cayetano y servidor nos miramos. Y aprovecho el silencio para abusar del turno de palabra y le pregunto
– ¿Acaso Cayetano no crees que esos dos seguro que Hermanos Musulmanes, que sacan así agazapadas a sus mujeres en el centro histórico de Madrid no han festejado la destrucción de las iglesias cristianas en Egipto ?
– ¿Acaso dudas que para esta gente la muerte ayer de cientos, quizás miles, de seguidores del tal Morsi, no son si no mártires que les alientan en su puñetera guerra de religión?
– Es una mera cuestión de grados, continúo:
– A la que claro está hay que añadir una simple reflexión sobre el ligero matiz heredado de la historia: las guerras civiles no se declaran, además de que es humanamente imposible encontrar en cualquiera de sus bandos la sencilla cuestión de quiénes son los buenos y quiénes son los malos.
– Pero estos tienen toda la pinta negra de ser los malos de la película, me contesta Cayetano, siempre irónico, y los dos nos reímos avergonzados.
«La última hora de la vida, es el desquite de los vencidos» Virgilo.
El problema de las religiones es que todas en el fondo instruyen en el odio.
Con mis disculpas a Don Manuel, comento primero el comentario de Javier Marcos, no coincido en absoluto con su juicio de relación religión- odio.
Ahora, y otra vez disculpas Manuel. Una guerra civil cercana (tiempo por el Mediterraneo), desde luego es alarmante. Pero la sangre no llega a nuestras costas siempre igual.
La guerra civil de Argelia, hace ya muchos años. nos vino con otros colores, por lo mismo que bien describes, fue porque entonces la hicimos los buenos contra los malos, y no fue la guerra a tres horas por el Mediterraneo el problema, sino sofocar posibilidad de conflicto con nosotros.(Gas) Cosa que es del todo lógica. Si no fuera porque antes de tener que montar estos quilombos muchos responsables de acuerdos que son destino podrían emplearse un poco más, y si se están empleando a fondo, tendríamos que seguir cuidando nuestras macetas en la montaña por nuestros hijos, ya que concluiriamos en estar indefensos en manos de todas gentes muy pero que muy malas.
Y atentos, Javier Marcos y todos, porque cuando surge un fundamentalismo como es el caso de algunos sectores islámicos, lo que menos se le puede ocurrir a occidente es no tener Dios. o peor, difundir que es malo.
Un abrazo. De hermana de Fe.