En el año 2.011 Lentxu Rubial besaba la estatua de su padre y dos años después moría de cáncer a los 68 años. La historia es para llorar y con las lágrimas tratar de regar los mas nobles sentimientos . Porque la de Ramón Rubial, como la de tantos otros socialistas y españoles de todo signo político que sufrieron la guerra civil, es en esencia, una biografía del dolor y los ideales. Igual que la de mi padre y la del joven Eduardo Madina, nieto e hijo de veteranos socialistas y víctima del terrorismo etarra que en el año 2.002 colocó una bomba lapa bajo los bajos de su coche.
Hoy ese joven ha decidido postularse para presidir España en representación del PSOE y junto al busto del señor Rubial ha pronunciado las palabras revolución, shock y modernidad. Pero las esencias de la historia nos dictan también la condición de enchufado de este joven socialista desde que a la edad de diecisiete años se afilió en las juventudes de su partido.
Y no se trata de expresar injusticias ni faltas de reconocimiento a su valía personal o profesional sino sencillamente, llamar a las cosas por su nombre como hacemos los españoles que no militamos en la política. ¿ A qué si no dirigió un programa de música en Radio 3? ¿O sencillamente, en el año 2012 fue elegido entre los 192 jóvenes más destacados del mundo por el Foro De Davos (World Economic Forum) dentro del programa de jóvenes líderes mundiales (Young Global Leaders).
Y nos dice esta mañana que sabe bien de lo que España necesita. Al menos ha sido capaz de pronunciar la palabra España. El PSOE comienza su camino del desierto.
Yo espero que los jóvenes se den cuenta de que lo primero que hay que hacer antes de ponerse a jugar al al ajedrez es ponernos de acuerdo con el reglamento del ajedrez. Si resulta que el caballo no puede saltar por encima de las fichas o el peón no come un cuadro de lado estaremos jugando a algo, pero eso no será ajedrez; será otra cosa.
Ahora estamos en otra cosa: la oligarquía de partidos no es una democracia; es otra cosa… Por lo tanto antes los jóvenes habrán de enterarse de qué es el ajedrez (la democracia), luego utilizar las reglas (la democracia) y por último jugar al ajedrez (hacer política). Hacer política con lo que hay ahora es participar en una dictadura de partidos.
Grande y profunda su reflexión mi estimado don Vicente.