Entre las polémica suscitadas por la presentación de los nuevos presupuestos del Ayuntamiento de Madrid, entre las que destaca la subida del IBI para los grandes comerciantes o la retirada de los beneficios, hasta ahora concedidos por el Consistorio madrileño, a las familias numerosas y la técnica de manual de la propaganda fascista que consiste en el lanzamiento de bombas cortina de humo, tipo ciudad de los niños o la supresión del Belén de Navidad en el Ayuntamiento de Madrid, pasa prácticamente desapercibido el monto que Carmena y sus muchachos han destinado para la cooperación internacional, que se incrementa gracias a este nuevo equipo de quinientos mil euros a mas de once millones. Un aumento del 2000 por ciento.
Coincide así Carmena con la Colau, que en esto del presupuesto a la cooperación internacional se le ha adelantado un par de días en la concesión de dinero público municipal para proyectos en Cuba y Palestina tan variopintos como 113.000 euros al colectivo de mujeres emprendedoras de la Habana o la misma cantidad para emprendedores en Palestina y así ayudarles a “superar el duelo que supone «la ocupación (sic) israelí”.
Pero mas allá de la tan oscura como discutible relación que existe entre la política municipal y la cooperación internacional, la realidad de este tan viejo como altruista ejercicio de la solidaridad es que, un alto porcentaje del presupuesto oficial derivado al tercer mundo pasa por organizaciones no gubernamentales afines a los políticos que las alimentan y que, lógica y humanamente, tienen las necesidades reales y pedestres de infraestructura, logística, nóminas y equipamiento. Es decir que en esencia, una gran parte de esos once millones que Carmena y sus muchachos destinan oficialmente a la solidaridad internacional se queda en su corte de correligionarios, con lo que de propina, sacan a muchos jóvenes del paro.
El éxito está asegurado así, al menos para los beneficiados. Lo que es tradición no es plagio, como dijo Eugenio D’Ors, han debido pensar los responsables de estos ayuntamientos revolucionarios a los que resulta cómodo disparar con la pólvora del rey, que en este caso sale del bolsillo de todos.