El lienzo de las castas del Nuevo Mundo del siglo XVIII continuaba con De Negro y Mulata: Tercerón. De Negro con tercerón: Cuarterón…
En su puesta al día a nuestra España molida habría que añadir las siguientes:
De Juez y periodista: Nacido para la Gloria. De
Trabajador de Empresa Pública y Sindicalista: Amamantado.
De Enchufado y Alcaldesa: Imperioso.
De Banquero y Diputada: Niñato.
De Parado que trabaja en negro con Liberada con clases de formación: Chollito…
Pero no lo olvidemos: La gran diferencia entre las castas actuales que padecemos y las que nacieron con la sociología del Nuevo Mundo, es que aquellas producían y las de ahora no y que en la actualidad, y para engañarnos, han tenido la ocurrencia además, de acuñar nuevos conceptos como «economía no productiva».
En esta última semana de campaña electoral la palabra casta se afianza en las redes sociales de la mano de los comunistas chavistas que tuercen la boca al modo de los heterodoxos a la busca del nuevo Gríal hispano que significa convertirse en parlamentario. Y así con la escusa de las recetas mágicas, de la necesaria salida de la crisis y la recuperación del empleo, oímos a unos y otros sobre la casta de los enchufados en las empresas públicas, leemos sobre las televisiones públicas al servicio de la clase política dirigente que las alimenta. Sabemos también de la casta de la Justicia que paradójicamente se concreta en los podemitas que tanto enarbolan su destrucción.
Y, aunqe en concreto, todos estamos de acuerdo en el derroche que representa para la propia existencia del estado, ahí está la casta de los políticos, multiplicada por 17 autonomías, sus chiringuitos, asesores y coches oficiales y amplificada en un Senado inútil y abarrotado, miles de ayuntamientos, en las diputaciones y hasta en el decorativo Consejo de Estado, con su último fichaje estrella, el alquimista social, por seis mil euros al mes.
Insostenible este nuevo Mundo mucho mas que el de verdad.
De butifarra y sirvienta = botifa