“Tengo una mala noticia. nada fue un error… No quiero que me perdones y no me pidas perdón” …
Lo cantó así Andrés Calamaro y su letra se convirtió en una canción talismán y versionada al infinito.
Muy de mañana, el éxito se mete en mi cabeza creo ya que para todo el día, porque además de haberme despertado con su soniquete, lo oigo en la calle. Una pareja lo tararea mientras camina animosa por la plaza de Santa Ana. El va con una cámara en la mano y ella empuña un micrófono.
En un momento dejan de cantar y muestran su juego en un elegante portal de la calle del Prado. Realizan un vídeo para vender un piso por internet con la técnica de la cámara al hombro y la entradilla de los reporteros. Reconozco su optimismo, su afán de trabajo mientras sigo mi camino. Acto seguido me entretengo en el kiosco. La portada del otrora influyente El País me llama la atención: «Los Partidos fuerzan a su favor las reglas del Congreso»
Y la canción resuena en mi memoria, mientras se me pasa por la mollera la seducción que todos tenemos por el parné y la frase hecha que los españoles también recordamos siempre gracias al inconsciente colectivo: «Todo por la pasta».
“Nada fue un error”. En España, desde el 11-M nada es un error, ni tan siquiera el mercadeo de los Diputados.
Gracias a la pareja que imagino está trabajando toda la mañana por un salario de nada, intuyo que en la política española y en las hechuras del partido socialista capitaneado por Pedro Sánchez, nada es un error con su apuesta de todo al negro por el poder. Pura ideología al estilo PRI. Todo para mis amigos y aquellos que piensen igual. A los demás, equivocados, ni agua.
Solo espero que la progresía indignada de la calle y sin trabajo atienda hoy a los peligros y la preocupación que me transmiten hoy los comerciantes en el mercado, tras la conversación que he mantenido con la joven pareja trabajadora, también preocupada por su futuro. Y es que siempre resulta imposible volver el tiempo atrás. Lo gastado, gastado está.