
Hay demasiados millones en juego. Demasiado poder de mayorías absolutas. Demasiados nombres propios enmascarados tras la siglas del partido PSOE, como para poder imaginar que Chaves y Griñán confesarán para dormir tranquilos en su procesamiento judicial por Prevaricación y Malversación de caudales públicos, en el fraude de los ERE,s.
Por ellos han puesto la mano en el fuego todos los líderes socialistas incluido su actual dirigente Pedro Sánchez que realiza en estos días su último salto al vacío. Por ellos los sindicatos mayoritarios andaluces insultaron a la juez Alaya a “grito pelao” por las calles de Sevilla y por ellos una multitud de periodistas y cantores del régimen han inventado frases exculpatorias de profundo lirismo en las que han barajado conceptos vitales para la democracia camuflados de modernidad y progresía, sin ni tan siquiera imaginar la posibilidad de la autocrítica o profundizar en el significado de “votos cautivos”, esos votos tan necesarios para el poder, tan cautivos como ellos mismos, o los de los familiares, los de los amigos, los enchufados, los funcionarios, y todos los demás premiados aunque solo sea con unas migajas de la tarta socialista andaluza en la que el término de corrupción se queda pequeño ante tanto poder.