
«las lenguas autonómicas son una clara muestra de esa expresión de odio y superioridad. La forma en cómo se comportan utilizando su idioma no deja lugar a dudas»
Algunos individuos, cargados de odio y rencor, nos indican, agriamente, que sus padres o algún otro familiar fue fusilado por los nacionales al término de la Guerra Incivil, olvidando voluntariamente que hubo victimas en ambos bandos. Yo tengo ejemplos muy cercanos. El odio es libre pero no sus consecuencias, siempre destructivas y nefastas, por eso hay que tener prudencia con los que la ejercen sistemáticamente.
Y las lenguas autonómicas son una clara muestra de ello. La forma en cómo se comportan utilizando su idioma no deja lugar a dudas. No pasa igual con los castellanos parlantes que demuestran desde hace años su estima para con esas lenguas. Es un hecho que en el resto de España no tenemos empacho en asimilar muchas palabras de otras regiones del territorio español.
Así, existen nombres y apellidos, comarcas, ciudades e instituciones que , pudiendo decirlo en castellano, las expresamos en catalán, gallego e incluso en el difícil euskera. Una práctica que no utilizamos para expresar esos términos en inglés, francés o alemán. Es una muestra de cariño y de cercanía, a lo que nos une, a lo común de todos.
Y hay multitud de ejemplos : Generalitat. govern. consellers, Lleida, Illes Balears, Eivissa, procés, mossos, Ourense, Lleida Xunta, Lehendakari. Tenemos incluso cuidado de pronunciarlos correctamente, sin que se nos caigan los palos del sombrajo. Eso es solidaridad y respeto y no digamos los nombres y apellidos como Puig, Domenech, Pere…
Otro ejemplo contundente es traducir mediante traductor simultaneo o transcrito a pie de pantalla lo que expresan los diversos personajes que se dirigen, impropiamente, a través de la televisión en su lengua vernácula al resto de españoles. Hasta eso ha sido asumido casi con naturalidad. Pero este terrible procés está cansando demasiado y estropeado a pasos agigantados esa cordial y natural tendencia. El hartazgo y la paciencia tienen un límite.