
«Esclavo siglo XXI es una novela tan dura como necesaria. De un realismo áspero y doloroso, tal como es la realidad»
¿Quién dice que no hay esclavos en el siglo XXI? Quizás cuando oímos la palabra “esclavo” nos vengan a la mente las imágenes de aquella famosa serie de televisión de los setenta, “Raíces”. Al menos a los que ya tenemos una edad. Personas de raza negra siendo vendidas para trabajar de sol a sol en inmensos campos de algodón en la américa del siglo XVIII. O quizás pensemos en países asiáticos, donde desde niños, los trabajadores son confinados en pequeños talleres para trabajar durante horas fabricando productos para las grandes marcas occidentales.
La esclavitud es tan antigua como la humanidad. Ha existido en todas las épocas y en todos los países. Y por desgracia, sigue existiendo. Pero, ¿es posible que, en pleno siglo XXI, y en la moderna y progresista Europa, siga existiendo la esclavitud? Es posible, si redefinimos el significado de la palabra “esclavo”. Eso es lo que Rodolfo Arévalo hace en su novela Esclavo Siglo XXI. En ella, nos presenta un futuro distópico y no muy lejano, en el que nuestro continente, Europa, y más concretamente España, ha sucumbido a las perniciosas influencias externas, por miedo a adoptar una postura firme y defender nuestros valores y cultura occidentales.

«Esclavo siglo XXI es una novela tan dura como necesaria. De un realismo áspero y doloroso, tal como es la realidad»
Siguiendo las vidas de varias familias de distintos estratos sociales, podremos ver cómo la forma de vida que ahora conocemos, va entrando en una progresiva decadencia, hasta augurarnos un futuro terrible, donde los valores que hicieron grande a occidente, son sustituidos por el fanatismo, la violencia, la intransigencia. El autor huye de la complacencia, ofreciéndonos un retrato crudo y nada optimista, sobre el futuro que, muy probablemente nos espera, si no actuamos a tiempo y vencemos el miedo a ser políticamente incorrectos y a actuar sin complejos en defensa de nuestra cultura.
Esclavo siglo XXI es una novela tan dura como necesaria. De un realismo áspero y doloroso, tal como es la realidad. Quien decida adentrarse en estas páginas tendrá que hacerlo sin complejos y dispuesto a ser consecuente con la propuesta que Rodolfo Arévalo nos presenta. Porque evitar que los hechos aquí expuestos se hagan realidad, es trabajo de todos.