Manuel Artero Rueda 
«Resulta imprescindible recordar a la escritora sueca Astrid Lindgrem en estos días de la liberación fiscal en un año repleto de informaciones sobre impuestos y el IPC»
Resulta imprescindible recordar a la escritora sueca Astrid Lindgrem ahora que en España hemos pasado las ciento tres jornadas que trabajamos para el estado y nos permiten la liberación fiscal, en un año repleto de informaciones sobre nuevos impuestos y el IPC que se nos va de las manos. Con 68 años y ya famosa por sus libros, escribió en el año 1976 un cuento para la prensa sueca en el que describió la injusta fiscalidad de su país que a ella misma, autora por cuenta propia, le obligaba a pagar un 102 por ciento de sus ganancias anuales. Su opinión se convirtió en noticia de primera plana y condujo no sólo a una enmienda de la ley fiscal, sino también, al final, a la caída del Gobierno socialdemócrata, que había estado en el poder durante 44 años.
Y recuerdo aquella Francia en la que Gérard Depardieu lideró su particular batalla contra su Presidente Hollande, el impulsor de la polémica tasa del 75% para los ricos franceses que cobran más de un millón de euros, y por la que el gran «Obelix» renunció al pasaporte galo.
Unas polémicas, cuando menos, curiosas aquí en España, en la que la mayoría estamos ahogados por lo impuestos que sirven para que nuestro onanista estado siga derrochando a manos llenas para autosatisfacerse en su rica y lujosa condición política definida como estado de las autonomías.
El personaje mas popular de la Lindgren fue Pipi Calzaslargas, una niña de nueve años que vive libre y feliz solamente acompañada de su caballo y su mono. Imaginativa valiente, incorruptible y leal, gana todas las batallas a la los ladrones, los injustos y sobrevive a los malos. Y estoy seguro que de visita en España, hoy en día Pipi Calzaslargas tiraría de las orejas a muchos de nuestros responsables políticos que irresponsablemente olvidan de apretarse ellos mismos el cinturón y han transformado al estado del bienestar en el bienestar de su estado.
Seguir así campeones